Un hombre bueno
y buscavida
A “Naya”, de Caibarién,
todo mi recuerdo.
La vida es una calle de sentido único hasta que se te cruza la muerte. Mi tío Naya intentaba cruzar una calle de La Habana estos días cuando tuvo la muerte encima. Y la muerte, desgraciadamente, le llegó el nueve febrero.
Como los desperdigados de la familia y de las raíces, recibí la descorazonada noticia de la muerte del tío Naya: “En las proximidades del Hospital Militar de Marianao intentó cruzar una calle sin advertir la oroximidad de una güagüa, aún cuando él tomaba el paso de cebra. El vehículo que no respetó señales, lo impactó violentamente, lo trasladaron al hospital, lo operaron de un coágulo en el cerebro, pero Naya no resistió”. El chófer se fue a la cárcel y mi tío sucumbió.
La última vez que lo vi, cuando él y yo fuimos a enterrar a mi padre, hace poco más de dos años, el semblante de Naya era el de un cubano curtido y emprendedor. El desgaste no se ocultaba en él, pero le quedaba la voluntad de un buen luchador.
De flácida complexión y con el moreno de toda una vida pegado al mar del Caribe, era pequeño y de brazos encogidos, aunque su grandeza estaba en la nobleza que siempre le acompañó. Así Naya era feliz desde que saltó del pueblo a La Habana. Se había hecho con su casa y solo añoraba vivir en paz con su familia: una mujer, cuatro hijos y los nietos que procreó.
Todos los días desandaba la capital como todo el mundo en Cuba sale a buscarse la vida. Cruzó mil calles y aguardó en mil esquinas. Ahora, de la noche a la mañana, la fatalidad se ensañó y un loco del volante acabó con su vida cuando más contento iba Naya por la vida.
El diablo son las cosas, porque Naya allá en su pueblo marinero de Caibarién, que es también el mío, por muchos años estuvo al volante de una línea de autobuses que movía a una población entera entre Caibarién y Santa Clara. Jamás cometió una infracción. Ahora un autobús en la congestionada Habana se le cruza en el camino y carga con su vida. De justicia no se hable ahora.
El hermano pequeño de mi madre venía de casa del tío Lorenzo Loyola, después de su último café, entre las historias recurrentes y el cómo sobreviviré mañana.
“El vehículo lo impactó, pero Naya no resistió”. El siete de febrero la desgracia lo sorprendió en plena tarde y en plena vía, pero aún su corazón latía. Fue en la madrugada del jueves 9 de febrero, cuando otro hombre bueno, inexorablemente sucumbió en la Cuba de mil quebrantos.
Naya se pasaba la vida de un lado a otro de la isla, entre su pueblo y La Habana. Nunca le temió a nada por mal que vinieran los tiempos, aunque con poco más de sesenta, la muerte le arrebató la existencia.
Quizás reorientando el rumbo, Naya habría salvado la vida, pero su hora le estaba predestinada. Habrá tenido mil resguardos en vida, pero el mejor que llevó siempre fue el de un hombre esforzado y luchador.
A mi que me perdonen los fieles, pero ya uno no cree en prenda ni en el muerto hecho santo, ni en el mismísimo espíritu santo. O será que la vida acaba siendo ingrata por más que luches por ella. Un día la muerte retumba de pronto y se lo lleva a uno de cuajo como hizo esta misma semana con el buen alma de mi tío Adolfo "Naya" Loyola.
Naya no tuvo mayor escuela que no fuera la de la vida. Eso le bastó para saber que nunca se puede dar marcha atrás y que la esencia de los mortales está en ir siempre hacia adelante. Al menos, él lo hizo así, aunque su vida se resuma en la humildad de un lugareño de Caibarién que solo alcanzó a hacer La Habana.
Ahora Naya estará en las veredas del cielo y solo queda su nombre para el recuerdo. Yo siempre llevaré en la memoria a Naya, el tío bueno de mi gen cubano de Caibarién.
- POSDATA A MI TÍO: –Nada Naya, que tú ibas demasiado apresurado, tal vez, y no pensaste en que podías esperar como en los días en que sobre tu responsabilidad caía la vida de decenas de almas de Caibarién, por las que velabas cada día. Al menos, podías haber aguardado tú, antes que confiar en un descerebrado que mira adonde te ha mandado. ¿Por qué no lo hiciste? Ni tú mismo lo sabes ahora. Pero ya te has ido, tío, a mejor vida, pensémoslo mejor así. Te abrazo, allí donde estés, Jesús.
Dios, mio, no sabia lo de Naya, que triste, la verdad que solo hay que estar vivo, para que llegue la muerte. Pasale mis sentido pesame a tu mama, es un dolor muy grande cuando se nos muere un ser querido, tambien los buenos amigos, hasta los conocidos.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo , para que bajar los muertos a la tierra, si ellos estan descansando en paz en el otro mundo,, como bien tu dices, Perdon, a todos los creyentes, la realidad que nuestro dia , esta ahi, nadie lo cambia.
Cuidate y siento mucho tu dolor,, tambien perdi mi tio machito, y se que es duro, nunca mas lo vi, desde que salio de cuba, para el sueño americano. Donde esten nuestros seres querido, desde aca lo seguimos amando. Descansen en Paz.
ROSSY
"lo siento mucho mi hermano que lastima"
ResponderEliminarDIOS MIO, ME HE QUEDADO ASOMBRADO CON TAN TERRIBLE NOTICIA. NO SABIA NADA ,, YO LLAME A MI CASA EL DOMINGO DESPUES DE RECIBIR LA NOTICIA ,,,SIN ALIENTO BUENO CUIDATE POR HAY Y SUERTE PRIMO ..............
ResponderEliminarEPD , Dios fortalezca a toda la familia
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