28 marzo, 2017

¡53 AÑOS! GRACIAS A LA VIDA QUE ELLOS ME DIERON

▪️CUANDO yo era un hijo de la inocencia y me perdía en los arrabales de mi pueblo, mi madre enloquecía cuando pasaban tres y cuatro horas y no regresaba a la casa. Ella dejaba todo lo que hacía y salía en mi búsqueda desenfrenada por todas partes. A la casa de los amigos, de los vecinos más cercanos, y nunca tenía la menor idea de cómo encontrarme. 

Entonces, cuando justamente llegaba mi papá después de todo un día de faenar en los almacenes del puerto y se zafaba de sus polainas, mi mamá en su desesperación compulsiva, le decía:
—Ay José, mira que hora es y tu hijo anda solo por ahí. 

A mi me asaltaba la curiosidad por todo lo que pasaba en aquella vida lúgubre de mi pueblo y por eso me perdía en el mundo interior de los almacenes o correteando sobre los vagones del ferrocarril junto a Pepito Turo, los hijos de Cirilo o de la comadre Matilde y con cuanto amigo tenía en aquel barrio callado, al pie de la misma vía férrea por donde cada día iban y venían los trenes con los embarques de azúcares desde Caibarién, mi pueblo costero en el norte centro de Cuba, a más de 400 kilómetros al este de La Habana.

Esa es una de las vivencias más gratas que yo guardo de mi niñez, siendo un hijo de la timidez todavía que acababa sus días más tiernos completamente embarrado y chorreando agua sucia por todo el cuerpo escuálido de un niño de siete años. Ese niño, irremediablemente era yo, Jesús Díaz Loyola.

Son recuerdos gratos de los años en que se me estiraba el cuerpo cuando mis padres me llevaban a la escuela y me daban un beso en la mejilla, y yo corría a formar fila junto a los demás chicos de mi aula en el matutino de cada día frente al busto de Martí, pintado de blanco entre  jardineras florecidas. Formábamos una ordenada fila, porque sino la maestra Angélica Caturla nos ponía de castigo y nos mandaba diez veces a escribir una oración.  

Cuando mi papá no podía llevarme a la escuela, porque tenía que madrugar para irse a los muelles, entonces les tocaba a los abuelos, Leonor y Juan Coronado que ya están con Dios. Me llevaban ellos, porque yo empezaba con la perreta de que me llevaran mis abuelitos. Ellos fueron, en realidad, los mejores veladores de mi enseñanza y de mis sueños cuando ya estaba en edad de aprender a leer y escribir y me dormía en sus piernas repasando las lecciones de cada día. 

En los encuentros con los amigos, cuando  no nos veíamos en la zona de los almacenes, nos íbamos a trepar las matas de mango en los patios colindantes de los vecinos, a buscar caimitillo en el solar o a jugar en las noches a darle 12 vueltas a la ceiba de la escuela, a ver si era verdad que nos salía un fantasma. 

Cuando me volvía a casa  con mi carga arrebatada de los frutales, saltaba de alegría bajo los aguaceros torrenciales de mayo que recibíamos como baños de felicidad. 
Una vez, con un saco de mangos a cuestas, traté de saltar una zanja cuando estaba llegando a mi casa frente al Cuartel de la Marina   —pudiendo pasar por el puentecillo— y caí despatarrado dentro del agua. Mientras más me empeñaba en salvar los mangos más me hundía en la zanja. 
Aquella caída —que considero como el primer accidente de mi niñez— además de provocarme una brecha lateral en mi rostro, por la que me dieron los tres puntos más terroríficos de mi vida, fue ocasionada por mi natural, irreprimible y afortunada vocación de querer hacerlo todo y de prisa. Pero en circunstancias como esas, siempre aparecía mi papá, como en los días en que mi mamá no daba con mi paradero en aquel pueblo. Aparecía mi papá, y yo no lloraba ni con el mayor de sus regaños, porque mi papá —que era alto, fuerte y benévolo con todos sus hijos— era también mi mejor amigo.

Yo le confesaba todo lo que hacía desde que tenía uso de razón y mi papá no me peleaba; al contrario, se reía cuando yo volvía hecho un guiñapo, pero volvía gracias a mi papá . 

Hoy todos esos recuerdos de infancia se amontonan en mi memoria, mucho más que la justa dimensión de los 53 años.

Por eso, desde este muro que es bien poco para lo que la entereza de los padres representa, rindo honor a los dos seres más extraordinarios que he conocido, los que me dieron la existencia con la que hoy toco los 53, uno más o uno menos en este viaje indefectible que es la vida y que solo a ellos agradezco.

Por eso, digo que padre no es solo el que da la vida, eso sería demasiado fácil, un padre es el ser que da el amor. Y si yo he llegado hasta hoy, ha sido gracias al amor que mis padres —Elisa y José— me dieron y, sobre todo, ese ímpetu de no rendirme nunca.

¡¡Gracias a la vida y todo el amor que me inculcaron, hoy comparto con todos mis 53!!

26 marzo, 2017

CUANDO YO ERA UN BENJAMÍN


▪️Las décimas costumbristas que me escribió desde Cuba, el colega y amigo José Antonio Fulgueiras Domínguez.

🇨🇺Cuando a principios de los 80 yo llegué a la redacción del periódico Vanguardia (Santa Clara, Villa Clara), mi mejor escuela, me encontré un tándem de reporteros jóvenes, de quienes siempre se dio fe por la bocanada de aire fresco que significaba aquella generación que llevaba el periodismo en la sangre a toda hora y todos los días del año. Entre ellos estaba José Antonio Fulgueiras y algunos ya más curtidos como el decano maestro Guido de Armas Bermúdez, que murió el 25 de marzo de 2015 en Santa Clara, a los 80 años. 

Yo era el benjamín de aquel tándem y como todo principiante, cada día salía dispuesto a comerme el mundo a cualquier precio. 

A veces íbamos a dúo, Fulgueiras y yo, otras éramos un trinomio o un grupo numeroso cuando se nos sumaban Guido de Armas, Nelson García Santos y otros nombres de aquella generación. 

Con a penas 20 años llegué a la redacción, todo flaquito e imberbe aún. Fulgueiras imponía por su estatura con la misma grandeza que destacaba en el oficio. Cualquier hecho o acontecimiento era una crónica en sus manos por su arte de relatar la vida deportiva. 
Guido de Armas era un hombre de tez trigueña y tenía los ojos y el cabello negros como la noche. Su frente era ancha como la capacidad que tenía y nunca soltaba el pañuelo que de vez en cuando se llevaba a la cara, porque era pulcro hasta la saciedad.
Guido consumió sus años vitales entre la redacción de Vanguardia y la corresponsalía de la Agencia de Información Nacional (AIN) 

Lo que si no se me olvida jamás, era la satisfacción que exteriorizábamos cuando en la calle los lectores se improvisaban en torno a nosotros y entablábamos charlas espontáneas sobre los temas más versátiles del día a día.

Nuestros días de prensa, muchas veces acababan al pie de los rones en las tabernas del centro de Santa Clara. Cuando nos despedíamos, lo hacíamos entre miradas sigilosas con el ímpetu puesto siempre en escribir, tal vez cocinando en la memoria el clavo noticioso del siguiente día.

Muchas veces, los sábados o domingos, cuando Fulgueiras, Rodrigo Ruano, Rafael Rofes y muchos afanados con el deporte, se iban al campo a echar un partido de pelota  entre colegas del gremio, yo me empeñaba en jugar también. Pero, en realidad, nunca le di a la bola. Por eso, al recordar a Guido a dos años de su muerte y la manera costumbrista de Fulgueiras para evocarlo, hoy me escribió estas décimas para el recuerdo. 
¡¡Gracias, hermano!!

Un día le pregunté a Guido:
¿A qué edad comenzó a hacer periodismo? 
Y respondió:
 —Cuando comprendí que antes de hablar es mejor escribir.
Y escribiendo se le fue la vida.
Junto a Guido de Armas, en uno de los últimos encuentros en Santa Clara, hace unos años. 

«TAREA DE GUIDO»

Guido me metió en un rollo
cuando en un tono imperioso
quiso que hiciera famoso
pelotero a su “hijo” El Loyo.
Para zafar este embrollo
hablé con Loyola, quien
me dijo” Yo en un pitén
entrenaba con un viejo
carapacho  de cangrejo
en mi natal Caibarién.”

Un primero de febrero
tomé un bate y una bola
e intenté hacer de Loyola
un místico pelotero.
Le hice un gorro de un sombrero
y se semejó bastante
a un pelotero brillante.
Él vistoso se agachaba
mas bola que le tiraba
ninguna caía en el guante.

“Este no da pelotero
te lo digo sin intrigas:
puede jugar Grandes Ligas
pero como reportero.
Guido respondió: “Yo quiero
que le prestes atención,
y le des la formación
de reportero y artista”;
y como buen periodista
sí la botó de jonrón.
 (Fulgueiras, Santa Clara, marzo del 2017)
▪️GUIDO, ENTRE LOS COLEGAS MERCEDES RODRÍGUEZ Y LUIS MACHADO ORDETX. AL FONDO, NELSON GARCÍA, EL CÉLEBRE «MUERTO» QUE INMORTALIZÓ UNA DÉCIMA DE FULGUEIRAS.

23 marzo, 2017

ANA VALDÉS-MIRANDA: UNA ARQUITECTA REAL DE LA PINTURA

▪️La pintora cubana-española echa mañana el cierre a su última exposición en Madrid.

Un cuadro imponente: "Praga en vertical"

UNA GEÓMETRA CONSUMADA DEL CUBISMO

El cubismo en la obra pictórica de Ana Valdés-Miranda
Su serie "Habana", un viaje nostálgico y melancólico por las fisonomías de sus raíces cubanas.

La más reciente imagen de la cubana-española, Ana Valdés-Miranda, en Madrid.

🖌El cubismo representa la ruptura clara y definitiva con la pintura tradicional. El particular estilo de Ana Valdés-Miranda, pintora cubana-española afincada en Madrid, es la clara confirmación del cubismo que se mueve en sus manos, porque como de ella dijeron en la exposición que concluye mañana en la capital española, "Ana es una arquitecta real de la pintura." 

Durante tres semanas, Ana Valdés ha compartido la muestra 'Encuentro' en la galería Ulmacarisa de Madrid, junto a la artista alemana Sigrid Acker. 
Pero antes lo hizo en los espacios de Unus, en el madrileño barrio de Arturo Soria. De manera que la vida de Ana se mueve en un constante avatar entre la pintura y la música, su otra cualidad artística, además de su labor pedagógica en diferentes Centros Culturales del país.

La pintora alemana Sigrid Acker (abajo izquierda) conversa con Ana Valdés-Miranda.
Su paso por dos escenarios de Madrid
 en los últimos meses, la confirma como el referente que ya es dentro del cubismo contemporáneo. Basta con atender solo a la vitalidad de la obra que la artista llevó al breve espacio de la galería Ulmacarisa, en el 26 de José Abascal. 

En el conjunto de más de una decena de cuadros, resplandece el cubismo en cualquiera de sus obras enmarcadas en el estilo pictórico que brotó a principios del siglo XX.


"Praga en vertical" o "Praga en horizontal" (en la foto), la interpretación con la técnica del acrílico que Ana hace de uno de los viajes más memorables de su vida, son dos de las obras que atrapan al visitante en la exposición de Ulmacarisa, como lo son también los cuatro cuadros de la serie "Habana", un viaje nostálgico y melancólico por las fisonomías de sus raíces cubanas y todo su pasado. 

La Habana la pinta con el dramatismo de una ciudad sumergida. Una Habana contaminada. Una Habana en ruinas, pero que Ana la hace bella.

El estilo estructural de Ana Valdés-Miranda dentro de la arquitectura lineal, confirma su fijación artística en el marco de una modernidad estilística que tiene su antecedente en el movimiento cubista que abrieron Picasso y Braque como parte del movimiento pictórico de los albores del siglo XX. 

ANA PINTA COMO CANTA

Ana pinta oyendo música, una cualidad particular en ella. He tenido el privilegio de asistir a la sensación placentera que provoca escucharle cantar. Su voz es maravillosa y su canto, penetrante; pero confieso que con la misma pasión con que vocaliza un bolero o un danzón, Ana pone todo el empeño frente al caballete y  crea sus cuadros con una armonía pincelada como si de sus manos salieran poemas sin palabras, lo que me lleva a concluir que esta artista engendrada en Cuba, canta como pinta y pinta como canta. 

La exposición que dice adiós mañana y en la que han sido reunidas solo algunas de sus mejores obras, justifica en toda su dimensión el cubismo en la obra pictórica de Ana Valdés, impregnado del tratamiento vivaz de su colorido, de un gran manejo de la geometría y de las técnicas de la superposición de formas planas que predomina en sus paisajes. 

Ya en la antesala de la exposición que ha mantenido durante todo el mes de marzo en Ulmacarisa, la escritora, periodista y crítica de arte, Julia Sáez Angulo, definió su pintura como una expresión escultural en una arquitectura lineal y elogió su "trazado preciso con estética y romanticismo".  
La escritora, periodista y crítica de arte, Julia Sáez Angulo (izquierda) dijo sobre Ana Valdés-Miranda (derecha): Tiene "un trazado preciso con estética y romanticismo".  

Ana Valdés-Miranda ha  compartido protagonismo en esta muestra llamada 'Encuentro' con la pintora alemana Sigrid Acker, y que ha sido más bien un viaje entre el cubismo que a Valdés-Miranda le brotó al borde del Caribe y el arte proliferante del retrato europeo de la mano cuidada de Sigrid Acker.
Dos estupendos retratos de Sigrid Acker: "Mujer con botella" y "Fugitivas".

En su casa-taller de Madrid, todo el horizonte creativo de Ana Valdés-Miranda se mueve a base de acrílicos sobre lienzo y lienzo tabla, porque es donde más le gusta desarrollar su técnica, en "bases sólidas como la madera", dice.

Hay algo positivamente repetitivo en Ana, y es su tendencia al azul. En casi toda su obra es un color que prevalece, porque sencillamente así se siente feliz y es un referente irreprochable de su identidad y todo su pasado. Así ocurre con la serie "Habana" y con la "Noche azul" que consigue en el acueducto de Segovia, ciudad donde Ana recibió los primeros impactos de las fisonomías españolas que han ido llenando su obra. 

En el cuadro del Acueducto segoviano, la pintora cubana-española hace derroche del azul marino  de su infancia habanera. El azul resalta y da luz en su interpretación del acueducto romano del Siglo II. Sobre el cielo de su arquería y tras de si, explaya magistralmente el azul que contrasta con el paisaje del entorno de la monumental obra. Es lo mismo que le sucede con los tejados , cielos y fachadas en sus lienzos de La Habana. 

El día de su homenaje en la Tertulia Peñaltar de las Artes, le preguntaron:
 —Si tuviera que salvar un color de su paleta, ¿cuál elegiría? Ana respondió sin reparo que el azul. El azul de su isla y de sus viajes por ciudades como Praga, la isla veneciana de Burano, y españolas como Girona, Segovia, "una ciudad mágica" -como la define; también de sus años en Ponferrada y, sobre todo, Madrid, su segunda patria chica.

Ana Valdés-Miranda desarrolla el cubismo con una maestría del dominio de su técnica del acrílico con el óleo sobre lienzo o madera y consigue paisajes y tonalidades formidables como  se observa también en "La Transparencia de los peces". 

Hay otra relevancia en la pintura de Ana Valdés, y es que sus obras enmarcadas en el movimiento cubista no quedan en el simple escenario de los paisajes y las fisonomías de sus entornos. No quedan en el contexto de una naturaleza muda, porque Ana recrea los ambientes de sus objetivos, y con el dominio sobre el color y los elementos de su línea pictórica lleva luz y vida a sus cuadros. 

Hay una obra suya que a mi, particularmente me cautivó: "Gitana de Luto". Si bien no está incluido en la exposición, explaya en ella todo su dominio sobre el retrato. Es una interpretación nostálgica de los estados de una mujer como lo son sus logrados desnudos —tampoco en la Exposición– pero que encierran alegorías extraordinarias de figuras femeninas dibujadas casi de cuerpo entero y de las que impresionan la interpretación con cierta desproporción que consigue en su acabado. 

Lo que refuerza la amplia obra de Ana Valdés-Miranda es su constante desandar con la influencia del cubismo en una línea que la artista viene desarrollando en sus exposiciones por toda la geografía española desde hace mas de 20 años, cuando aterrizó en Madrid con el título para ella más amado  de graduada de Bellas Artes en la Academia San Alejandro de La Habana, impregnada de toda la sabiduría que le dieron importantes pintores cubanos como Flora Fong, Nelson Domínguez, Antonio Alejo (DEP), José Fowler y Juan Moreira.

De Ana Valdés-Miranda se pueden decir muchas cosas, pero nada mejor como la definió Evelio Domínguez, un extinto artista costumbrista cubano, amigo del alma y del oficio, quien la llamó "pintora de la canción o la voz de la pintura"

Es, precisamente, la linealidad en la mayoría de sus obras, el manejo de la geometría y de la superposición de formas planas, las características esenciales que emanan de los cuadros de Valdés-Miranda, y que hasta este viernes pueden ser visitados en la muestra 'Encuentro' de Ulmacarisa para comprender mejor los elementos imprescindibles del cubismo que destacan y prevalecen en cualquiera de sus cuadros.

Dije al principio que el particular estilo de Ana Valdés-Miranda es la clara confirmación del cubismo que se mueve en sus manos, porque como de ella dijeron, Ana es una arquitecta real de la pintura. Pero Ana es algo más, es una “geómetra consumada de su estilo” cuando en cualquier obra suya las arquitecturas de las fisonomías más diversas adquieren formas y colores.

14 marzo, 2017

Con tu implacable lápiz rojo

A PROPÓSITO DEL 14 MARZO: DÍA DE LA PRENSA CUBANA 

Con el ímpetu de un colega inolvidable en la memoria, Jorge García Sosa, me voy a reiterar en esta crónica, hoy Día de la Prensa Cubana, y recordar con él la redacción de Vanguardia de nuestro tiempo en aquel desvelo impenitente por currarnos la noticia de cada día. Gracias, Jorge por toda la sabía que nos inculcaste. 


  A Jorge García Sosa.

Con tu implacable lápiz rojo

Por Jesús Díaz Loyola.

Te lo dije la última vez que nos encontramos en Santa Clara: "He añorado siempre que volviéramos a ser la redacción de «Vanguardia» que una vez fuimos".


El testimonio más elocuente que guardo de Jorge García Sosa (Santa Clara, 1951—2013) es el de los años 80, los del gran fogueo del periodismo provinciano cuando rastreábamos la noticia palmo a palmo, sin importarnos límites ni tiempo.

Como jefe de información entonces, con tu implacable lápiz rojo, limpiabas de hojarascas y textos floripondios, las crónicas certeras que volcábamos en las gacetillas de cada día. Así nos impregnabas el aire nuevo. Por eso estuviste en la cúspide y lideraste aquel tándem de hacedores de la noticia cuando el periódico era un hervidero, un verdadero zafarrancho en el desvelo por la exclusiva de cada día. 

Después, como diseñador, nutriste de ideas nuevas el lenguaje de los formatos de las páginas que llenábamos con el día a día.

Jorge era alérgico a los actos y al reunionismo. Durante sus más de 30 años de ejercicio, la perspicacia por la novedad le había gobernado siempre en la esencial divisa de que el periodismo es para los demás, y no para uno mismo. Por eso nos concienciaba que detrás de un acto y una reunión había otra noticia mejor.

TRES DÉCADAS FECUNDAS

En el momento de su muerte, ocurrida el domingo 1 de diciembre de 2013, Jorge ocupaba el sillón de jefe de redacción en 
«Vanguardia» y dejaba tras de sí, tres décadas de ejercicio fecundo en la redacción del periódico que lo amamantó toda la vida desde que terminó sus estudios en la Universidad de La Habana.

En los años 80, todavía en la época en que «Vanguardia» se imprimía en la rotativa que tenía en la misma redacción actual de Céspedes y Plácido, por un golpe de suerte, pasé a integrar la plantilla de reporteros del diario después de tres años destinado en el Gobierno provincial de Villa Clara.

Aquel salto me permitió conocer mejor las dimensiones de un Jorge García, a quien ya admiraba como un "as de la redacción". La burocracia administrativa que había dejado atrás, no perdonaba que primero fuéramos periodistas y después portavoces. 

En esa manera de decir las cosas como son, tuvo mucho que ver la suspicacia de Jorge García, que cada día nos volcaba en una batalla permanente por poner sobre el tapete los problemas más acuciantes de la vida. Fue así como llegué a intimar con él, en sus tiempos memorables como jefe de información de 
«Vanguardia». En realidad, fue él y no otro, quien me propuso que me fuera a trabajar en el periódico y le sacara partido a mi entonces naciente vocación.

Y hasta lo dudó en algún momento: “Mejor te quedas en el Poder Popular, porque entonces quien nos va a sorprender a la hora del cierre cada día, diciendo: ¡Traigo un 'palo', un notición!“.

Hay una exclusiva que puedo considerar el mayor bombazo informativo que haya metido durante mis años en «Vanguardia» a la vera del ímpetu certero de García Sosa, y ese fue el reportaje denuncia a la pasividad burocrática que lastraba la ejecución de la fábrica de traviesas de Santa Clara, un tema que levantó polémica y revolucionó el espíritu constructivo de una obra que cuando la denunciamos en "Vanguardia" era como un mamut fosilizado que lastraba el desarrollo de la provincia.

De ahí salió el reportaje titulado: "Fabrica de traviesas: Un elefante blanco dormido". 
—Salió como un tiro", me dijo ese día cuando manoseábamos la plana ya impresa que fue un 'boom' que agotó bien temprano la edición en los Kioskos.

En ello, no sólo tuvo que ver Jorge, que ya era brillante emplanando las páginas del diario; también fue determinante la rienda abierta que nos daba otro as de la noticia: Ifrain Sacerio Guardado, el jefe de información que sucedió a García y que desafortunadamente también sucumbió.

Ifrain Sacerio Guardado.

Jorge y Sacerio fueron dos nombres, dos identidades de una época de «Vanguardia», que se convirtieron en los mejores confidentes de las investigaciones que una batería de reporteros tenaces llevábamos adelante cada día en el afán por revelar lo bueno y lo malo.

Pero no siempre todo se publicaba. Tanto Jorge como Sacerio se habrán llevado a la tumba muchas  historias no contadas de esa dinámica a veces infructuosa cuando a ellos tocaba la triste determinación de anunciarnos la no publicación de muchas cosas. Fue lo que me pasó con el Secuestro de Agustín García Fernandez, un pescador del puerto de Isabela de Sagua, que vivió mil desventuras en el estado norteamericano de la Florida, y aún cuando regresó, no pudo ser héroe en su tierra. Eso nunca se publicó, y no precisamente obedeció a una determinación de Jorge o Ifrain.
'El Secuestro de Agustín' se fue a la basura, pero me quedó el aliento certero de dos maestros de mi tiempo y de mi oficio. Al menos, de aquellos batacazos quedaba la sólida enseñanza que en buena lid me inculcaron Jorge y Sacerio. "¡Tú, sigue así!", me decían premiando mi afán, aunque los reportajes cocinados durante días enteros en las máquinas de escribir, a veces fueran a parar a la papelera, porque sencillamente "no ayudaban".

Así fue como yo comencé a ver un periodismo que cada día perdía más sustancia —lo veían todos— y se quedaba más rezagado, en medio de historias estremecedoras que la indolencia burocrática rechazaba ajena a toda la voluntad de mis colegas.

A pesar de ello, la dinámica que me impregnaron mis años provincianos en «Vanguardia», sirvió para que todos creciéramos periodistas ejercidos y curtidos. Muchos como yo, llegaron en los 80, recién graduados e imberbes todavía, pero con el mayor empeño puesto en publicar.  Así se nos acabó de estirar el cuerpo, arropados en el desvelo de nombres como el de Ifrain Sacerio Guardado y el mismísimo Jorge García Sosa, aunque ya sólo queden sus nombres para recordarlos.

El periódico era la mejor escuela de periodismo, pero en realidad, la escuela era Jorge García siempre que empuñaba el lápiz rojo sobre las cuartillas de los reporteros que escribíamos la crónica del siguiente día.


En la plenitud de los 80, cuando empezábamos a trajinar sobre la máquina de escribir y las grabadoras de bovinas que cobraban vida en las redacciones.
Tanto Jorge como Sacerio, tuvieron la audacia de curtirnos a muchos noveles periodistas cuando «Vanguardia» era un corrillo de corresponsales y reporteros, el diario que daba en la diana de la noticia cada día. 

02 marzo, 2017

CUBA: LORCA LO HIZO CÉLEBRE Y AHORA SE CAE A PEDAZOS

▪️103 años después de fundado, ¡Un Siglo!, el 'Gran Hotel Comercio' de Caibarién, Cuba (1914), entre la dejadez y el deterioro, ha emprendido el sinuoso camino del fin.

Una de las expresiones de la arquitectura clásica cubana del siglo pasado que lucía como joya junto al Caribe, se cae a pedazos.
Esta es la crónica de sus días más célebres. De momentos épicos como la visita del poeta andaluz Federico García Lorca en 1930 y su inexorable triste camino hacia el final. 
En la foto, de última aparición, supuestamente Lorca, posa junto a los trabajadores en la barra-restaurante del emblemático hotel en los días de su estancia en Caibarién, en la primavera de 1930.

El Gran Hotel Comercio en sus años de esplendor.


¿Cuanta historia se iría con él?


EL FIN DEL RINCÓN MÁS DESEADO DE CAIBARIÉN 
Y DE GRAN PARTE DEL CENTRO DE CUBA 

🔻Algunos de los acontecimientos que hicieron célebre a uno de los hoteles mas emblemáticos del interior de la isla.

     "Todos los días del año el Gran Hotel Comercio estaba en las tertulias callejeras".


🔳El restaurante del hotel Comercio, el rincón más deseado de la hostelería de la villa, desde que fue fundado en 1914, fue punto de encuentro permanente de la cultura y toda la casta caibarienense hasta que la Revolución Socialista no pudo con su conservación, lo cerró y el Comercio empezó el sinuoso camino hacia su deterioro.

Cada año, en las fiestas por navidades, sobre los salones del ya mítico hotel se veía a todo el Caibarién mediático, artístico y político. 

En los años de la radio de la primera hora, cuando el asturiano Manuel Alvarez lanzó desde Caibarién —en 1917, hace un siglo— las primeras señales que abrieron la era de la radiodifusión en Cuba, el pueblo vivía de convite en convite. El Alcalde de la ciudad se encantaba con la radio y manifestaba permanentemente su sorpresa ante el poder y el alcance de algo tan efímero como el sonido: 
6EV, la primera emisora de radio de Cuba que sacó al aire en 1920 
el asturiano Manuel Alvarez y fue testigo del paso de Lorca por la villa.

—Llamen a los historiadores y a la prensa, convoquenles al Comercio y que hagan constar que en Caibarién, antes que en cualquier otro lugar, ha salido al aire la primera estación radiotelefónica de Cuba. 

En los años primerizos de la radio, el hotel Comercio era un corrillo impenitente de celebración en celebración. Los periódicos inundaban cada día los quioscos, 
hablando de la gran actividad entre la radio y el Comercio.

Cada semana los reporteros de La República, El Imparcial de Caibarién; y La Publicidad de Santa Clara, vivían atrincherados entre la emisora y el hotel en un zafarrancho permanente cocinando las crónicas que llenaban sus ediciones. 
Los redactores de publicaciones especializadas como Magazine de La Lucha y La Gaceta Radio de Cuba fueron fieles testigos profundizando en sus trabajos de fondo, tomando fotos aquí y allá. Ora en la estación de radio, ora en el hotel Comercio, ora en el centro  de la ciudad, contando cuanto se vivía en el esplendor del Caibarién de la primera mitad del siglo pasado. 

Los fotógrafos diligentes de los estudios Martínez Otero, quienes desde el lente de sus cámaras eran unos apasionados de la historia, se encargaron de captar para la posteridad el día a día de la Villa junto al mar. 

El director fundador del hotel Comercio, Braulio Fernandez Cima (en la foto anterior), sintió tanta devoción por el lujoso hotel —uno de los mejores del interior del país— que llegó a ocuparse diligentemente de la llega de cada visitante todo el santo día. Por mucho tiempo Braulio fue el hombre orquesta de los placeres y los días en Caibarién. 
Cada día los periódicos decían algo nuevo y la sensación que experimentaba todo un pueblo era la de ver en el Comercio un rincón impávido. 

Desde su espectacular inauguración, ya todos los días del año el emblemático Comercio estaba en las tertulias callejeras: 
—¡ Hay que ver lo que ha conseguido este gran hotel en la ciudad! coincidían los comentarios en cualquier parte con todo el énfasis del acontecimiento que estaba representando el Gran Hotel.

¡El Partido gobernante en su mejor entendimiento con la oposición!
¡Gente de todas las clases en las comidas de los amigos! ¡Amas de casa con novios pudientes visitando el hotel! ¡Los voceadores de periódicos permanentemente en torno al Comercio! !Los salones del hotel a lleno total con tertulias diarias sobre los más diversos temas de actualidad!

Lorca en el mirador de Yumurí, Matanzas, días antes de su arribo a Caibarién, el 28 de marzo de 1930. 

LORCA, ESTRELLA EN EL "COMERCIO"

🔳El sábado 28 de marzo de 1930, descendió en la villa el poeta andaluz Federico García Lorca. Lo acompañaba un grupo de amigos, entre ellos, el escritor e investigador José María Chacón y Calvo, anfitrión de una larga estancia cubana. Todos se alojaron en el Comercio. 

Aquel día de primavera la noticia daba cuenta de la multitud que rodeaba a Lorca, mientras se trasladaba al emblemático hotel Comercio que relucía en la esquina de María Escobar y Justa.

Durante mucho tiempo en Caibarién, se habló de aquella ilustre visita y de la estancia de Lorca que hizo más memorable el hotel, testigo de la sensibilidad musical del poeta, porque allí le vieron tocar varias veces, según las crónicas de la época. Lorca improvisaba magistralmente piezas al piano en el hotel Comercio. En realidad, la música marcó las noches cubanas del poeta desde su paso por La Habana, de donde venía ya impactado con el son sabroso que aprendió a admirar en la urbe. 

El domingo 29 de marzo de aquel año (1930) el poeta ofreció una conferencia ante un auditorio reunido en los jardines de la Colonia Española, frente al parque, donde tenía su sede la Institución Hispanocubana de Cultura. 

Lorca salió andando desde el hotel Comercio rodeado de una amplia comitiva. Llegó a la sede social de los españoles elegantemente vestido, todo de verano y bien peinado, una distinción particular siempre en él.

Concluida la conferencia, la Hispanocubana de Cultura ofreció un banquete de despedida al poeta. En el espacioso salón donde los invitados más distinguidos charlaban entre sí, con el impacto extraordinario que era la presencia de Lorca, se oían valses y hasta jazz hot que llegaban con las magistrales ejecuciones de las grandes Big Bands americanas. La comida era en mesas separadas, cosa que a Federico no le impidió pasearse por el salón saludando al público presente. Al granadino se le vio todo el tiempo con su vaso de whisky con soda y entre el furor de las anécdotas y los saludos, hasta hizo al piano alguna ejecución entre la declamación de sus versos más elocuentes.

Durante varios días el poeta entraba y salía del hotel Comercio como si de un alma bendita se tratara. 

El miércoles tres de abril de 1930, el poeta y sus amigos abandonaron las habitaciones del lujoso Hotel Comercio en el 28 de la calle de María Escobar y se dirigieron a la estación de ferrocarril a tomar el tren Cincuenta que los retornaría a La Habana. 

Lorca dejaba su huella en el Comercio como la dejaron tantas celebridades a su paso por Caibarién en los años años más adorables del siglo XX. 
De esa manera, el Gran Hotel Comercio y muchas edificaciones que ahora se reducen a ruinas, pasaron a ser célebres en aquella ciudad junto al mar y Caibarién formó parte también de la vida de muchas celebridades que recorrieron sus calles, como lo hizo el elenco completo de la película "Y si ella volviera", que inmortalizó a la ciudad en la historia y en el tiempo.

El 1957, cuando el filme que hizo época ya era un hecho, el actor mexicano Victor Manuel Mendoza, protagonista de aquel rodaje, confesó a la conocida revista del papel couché, 'Vanidades', que sentía una atracción especial por Cuba tras su paso por Caibarién, de cuya villa admitió no olvidarse nunca, y recordó "las sabrosas comidas que me dieron los pescadores de Caibarién cuando allá estuve filmando con Irasema Diliam, "Y si ella volviera", contó Mendoza sin dejar de reconocer que "hay allá (en Caibarién) una playa, "Los Ensenachos", que es la playa más linda del mundo, más que Varadero, que Acapulco, que Biarritz", suscribió para la historia "Vanidades".

Hoy, los herederos de aquellas generaciones lloran el desgaste de una ciudad entera y todo el pasado mítico que van sepultando sus ruinas. Las paredes centenarias del hotel Comercio, que la corrosión del tiempo y la indolencia han ido echando abajo, guarda tras de si los días memorables de Lorca y de cuanta celebridad pasó por la villa. 
Allí quedan historias amontonadas de los manuscritos emborronados que Lorca y tanta gente de culto llevaba siempre consigo. 

Se decía ya en el Comercio que a cualquier hora y en cualquier parte Federico García Lorca nunca abandonaba el manojo de papeles que llevaba siempre encima. Tal vez 
—nadie sabe— en Caibarién Lorca afinaba ya su pluma sobre los borradores de "El Público", su más angustiada obra que comenzó a escribir en Cuba. 
Y angustia es ahora la que se vive en aquel pueblo costero y pescador cuando se está sepultando toda la historia constructiva de una ciudad entera, Caibarién.

La palabra hablada y escrita

En la antigua Roma, atrio era un espacio abierto en sus míticas casas cercado de pórticos y destinado a reuniones familiares y a los huéspedes. En las iglesias romanas, atrio se describía en un patio amplio que miraba al exterior. Atrio son los extensos corredores al aire libre que se disipan a la majestuosidad de muchos templos y palacios en la fisonomía de las grandes ciudades de este mundo.

Y eso es @trio press, un espacio permanentemente abierto a los acontecimientos que han rodeado y rodean la vida. @trio Press (ATP Foro de Noticias) es una ventana a la actualidad en todos los horizontes del quehacer humano, y que dibujaremos con la imagen, el sonido y la palabra hablada y escrita.

@trio press-foro de noticias es una plaza pública en la red, un epicentro de atención cultural e invitación constante al foro libre.

El atrio triunfó en Roma tal como el ágora en Grecia como punto de encuentro y opinión tras la caída de la civilización micénica en el siglo VIII (Antes de Cristo). Hasta nuestros días, la más famosa, el Ágora de Atenas, es la única belleza arquitectónica de la Antigua Grecia que conserva, al menos, su techo original. Y allí, como marcándole el paso del tiempo está al aire libre el extenso corredor, el atrio, que se disipa al Ágora de Atenas.

En honor a esa pauta primera del derecho al foro y a la opinión sale @trio press. Como un foro público, un espacio para difundir actualidades. Vamos a contar la historia que vivimos a partir del testimonio que es uno mismo. Queremos, sobre todas las cosas, encontrar los protagonistas del pasado y del presente del derrotero que es la vida.

Esto es @trio press el espacio donde invitamos a contar la historia, la de este mundo y que, a veces, pasa inadvertida. Contáctenos y cuéntenos lo que quiera en Atrio Press, el foro de noticias. Nosotros lo diremos tal como nos lo cuenten. Bienvenido a @trio press.

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