De que callada manera tú te has ido
Su primer juguete en la vida fue una radio, lo que reafirmó en ella la vocación que le marcó toda la vida: la música.
Estaba llena de fortaleza física, de una fortaleza que le caracterizaba siempre, pero que le encubría el cáncer que vorazmente se la llevó, porque este miércoles (ayer), varios meses después de pelear por la vida, sucumbió en La Habana la cantante y compositora cubana Sara González, fundadora de la Nueva Trova.
“El patio de la gorda”, su última aportación en su larga carrera musical, el escenario que Sara llenaba cada mes en un rincón de La Habana, hoy está vacío. Allí, en el pasado diciembre, ella misma, con una aparente vitalidad que le ocultaba el mal que acabó con su vida, se despidió de su público, porque presuponía que su ida estaba cerca: “Lo que me queda es desearles muchísimas cosas lindas, muchísima felicidad, desearles salud -sobre todo salud-, para lo que les queda por vivir a todos".
Foto tomada de Cubadebate La última imagen púplica de Sara González, tomada el 26 de diciembre, en El patio de la gorda, el lugar donde Sara se encontraba una vez al mes con su público, en La Habana.
Sara ya presagiaba el mal sobre su vida desde la carta que en septiembre circuló a los medios: “Estoy hospitalizada desde el día que ya olvidé porque quiero, fui operada del colon y ahora me corresponde la parte de recuperación con la ayuda de los maravillosos seres que habitan y me cuidan en el CIMEQ”.
Desafortunadamente para todos los que amamos y admiramos su música, Sara González ahora está muerta, Ha enlutecido la música cubana que aprendió en ella muchísimos valores, pero sobre todo el de amar a su raíz y su cultura. Por eso digo con toda razón, que nos ha llenado de luto a muchos cubanos dispersos por el mundo, que crecimos y aprendimos a amar oyéndola también a ella.
Había nacido en el capitalino municipio de Marianao, el 13 de julio de 1951, hija de tabaquero y madre costurera, cubanos por los cuatro costados, lo suficiente para que ambos le impregnaran a Sara el alto sentido de la cubanía y de la justicia que le acompañaron siempre.
Pero de Sara diríase que le distinguió toda la vida un enorme gusto por la música y el baile, desde que ya los escenarios de una lejana Habana apreciaban los valores en una pequeña Sarita.
Lo contó muchas veces. “Para dejar trabajar a mis padres me contagió la música”. Su primer juguete en la vida fue una radio, y con la radio se le impregnaron los primeros aires de la música, lo que reafirmó en ella la vocación que le marcó toda la vida.
Un músico que hizo época, Nené Enrizo, llevó a Sara sus primeros conocimientos de la guitarra, descubrió en ella el don innato que llevaba en su sangre y animó a los padres para que le permitieran continuar sus estudios musicales. En los 70, cuando Sara era una veinteañera, formó parte ya de un grupo de popularidad epocal: “Los Dimos” e hizo dúo con Pedro Luis Ferrer, otro legendario trovador cubano.
Eran los años de la estudiante Sara cuando conoció a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, quienes junto con Noel Nicola, todos nombres de élite, fundaron “La Nueva Trova Cubana”. Así nació su vinculación con un movimiento musical que ha durado hasta nuestros días y dentro del cual Sara González fue la voz femenina por excelencia.
En 1972, nuestra Sara se incorporó al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, dirigido por el afamado guitarrista, compositor y director Leo Brower, y en 1984 formó Guaicán, un proyecto que forjó desde la intuición de músicos sin formación profesional, a quienes ella se encargó de hacer para acabar convertiendo aquel proyecto en un núcleo de experimentación y ebullición de buena música.
El patio de la gorda en su Habana legendaria, hoy está vacío. Todo un pueblo amante de su música y de su amor innato a la vida hasta el final, se andará para tributarle el último adiós a la gran Sara, a ofrendarle una rosa desde su rosal principal: Cuba.
Su música y su canto ya es leyenda; su espacio en un punto de la calle A de El Vedado habanero no acallará jamás los acordes de la guitarra de Sara, por más que ella se nos haya ido y de que callada manera, como entona en una de las piezas épicas que a dúo con Pablo Milanés la fue fijando en la preferencia musical de una generación y de un tiempo.
Hay muchas fotos de su última actuación en La Habana. Están en el la web de Cubadebate Son las imágenes del 26 de diciembre, el último día público de Sara y junto a Sara en El patio de la gorda, donde ella irreversiblemente, se despidió para siempre. Hasta para eso eso tuvo temple La Gorda. Admirarle siempre, es bien poco.
¿Qué decirte? Hasta la vuelta a mi Habana, querida Sara. Te visitaré en El patio de la gorda, tu patio, y te escucharé como siempre, porque allí seguro estará sonando tu música y oyéndose tu canto.
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