Una joya que conservaré toda la vida
Graciela Borau lo ha vuelto a conseguir, como ella me lo cuenta:
«El 16 de febrero, a las 19 horas, hasta la media noche del siguiente día (17/02), hubo en Buenos Aires un corte de energía eléctrica descomunal. Esa noche me explayé en el tercer retrato tuyo con el deseo de que fuera un retrato en serio, al óleo, en una actitud de trabajo reverente, como es habitual en tu vida".
Hoy, al despertar, me encuentro con esta sorpresa extraordinaria de Graciela, la tercera en el tiempo que la llevo conociendo. Es un retrato magistral al óleo, una impresionante tela de 30x40 que pronto colgará en casa y que ella ha pintado "con la satisfacción de haber hecho algo loable".
Graciela evoca el quinqué, la luz. Una de las mejores amigas artistas que tengo, con su espíritu perseverante por la pintura, me premia con una obra perfecta que quedará como constancia de mis noches apacibles de Madrid, en una carrera indetenible contra el tiempo por arrancarle cada vez más historias a la vida.
Es una joya que conservaré toda la vida como uno de los tesoros mejor guardados que el día más insospechado salen de la intuición de los amigos.
Todos sus días regalan sorpresas. Mi noche de Madrid, inmortalizada en la pintura de Graciela, quedará como las cosas bellas que al pie de una lámpara también le brotan a ella cuando se sienta a crear en su casa bonaerense y le salen obras maravillosas que alegran al mundo que le rodea.
Como he dicho tantas veces, Graciela es un mago en ideas y plasmación artística. Cuánto hace con los pinceles y los contornos de sus personajes, se vuelven obras geniales.
Mi mejor acto de gratitud será mirar su obra cada día y estaré contemplando la inmensidad de Graciela con esa carga de nostalgia, melancolía y añoranza con que cada vez que sienta lo hace esta mujer inmensa "recreando el alma", como me dijo la grata noche en que me obsequió mi primer retrato: "es el momento más lindo de mi vida cotidiana".
Así, día a día y semana tras semana, Graciela Borau se mueve en las ideas fabulosas de interpretar desde su pluma la mirada de sus seres más queridos, de colegas y amigos.
Las ideas le vienen como actos omnipresentes y ella las plasma como obras generosas que justifican su poder celestial de pintar y dibujar el mundo de sus personajes.
Graciela vive en Buenos Aires y es pintora y dibujante que ha tenido vigencia en los espacios más importantes de las artes en Argentina. Creció puliéndose en los talleres de arte de su país y hoy su obra traspasa fronteras.
Gracias, Graciela por tu tiempo y tu constancia y que Dios ilumine la obra de bien que haces cada día.
(Jesús Díaz Loyola,
Madrid, 17-04-16)
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