La Réplica/La Polémica
LOS BRAMIDOS DE UN FULLERO: JOSÉ GABRIEL BARRENECHEA
El laureado periodista y escritor cubano Luis Machado Ordetx (en la foto de arriba), responde a un desafortunado artículo contra su mas reciente libro —'Ciudades en pugna' (Capiro, 2015)— publicado en el periódico digital 14yMedio.com bajo la autoría de José Gabriel Barrenechea, y que los lectores consideran "falto de elegancia y respeto propios de una buena crítica”.
He leído y releído la malograda crítica publicada en el periódico digital independiente 14yMedio.com* por José Gabriel Barrenechea, quien la emprende desmedidamente contra 'Ciudades en pugna' (Editorial Capiro, 2015), el mas reciente libro del escritor y periodista cubano Luis Machado Ordetx (Vega Alta, Camajuani, 1958), que mereció el XXVI Premio de Ensayo Fundación de la Ciudad de Santa Clara '2014.
Me pregunto yo, ¿quién es ese tal José Gabriel Barrenechea? No está en las bibliografías y ni siquiera fue un corcel de la burocracia. ¿Por qué ataca ahora a Luis Machado Ordetx?
En 14yMedio, Berrenechea escribe: "La incongruencia de que en Cuba en cualquier ciudad de provincias haya al menos una editorial y sin embargo ningún diario, da pie a no pocas deformaciones en nuestra vida literaria. Se imprimen así muchos libros que en realidad nunca debieron pasar de artículo periodístico, y, en el mejor de los casos, de la docena de cuartillas. La práctica de convocar a concursos de ensayo donde no existe la tradición ensayística no hace más que empeorar esta situación."
Sin reparo, Barrenechea —que ignora muchas cosas, entre ellas, el Premio de Ensayo Casa de las Américas— abre una ráfaga contra Machado Ordetx, cuya obra considera “una muestra de los monstruos que crean las deformaciones” (literarias); y lejos de rebuscadas matizaciones —con razón o no—, destila odio y envidia, y arremete en un ataque furibundo contra un autor, un libro y una editorial, tan prestigiados como la historia que Ordetx rescata para la posteridad.
A escasas horas de que la crítica de Barrenechea llegara a la red, ya saltaban los comentarios. Pepe Martínez se preguntaba al leerlo: "¿Santaclareños en pugna?" e inmediatamente afirmaba con razón: “A este artículo le falta la elegancia y el respeto propios de una buena crítica”.
No creo en absoluto que Luis Machado Ordetx, ganador de varios premios y con una carrera fecunda por la literatura y la historia de su país, sea “una muestra de los monstruos que crean las deformaciones" editoriales en Cuba, como apunta ahora un «fulano de tal».
¿Quién es José Gabriel Barrenechea, y por qué hace semejante descrédito de Luis Machado Ordetx?
Voy a compartir en toda su extensión la réplica, precisa como su libro, que ha escrito Machado Ordetx para responder a los bramidos de Berrenechea en 14 y Medio —también incluyo su crítica, porque como bien escribe Luis y sustenta la editorial: "Ciudades en pugna es la intención permanente de Santa Clara por la capitalidad territorial del centro cubano durante un siglo", un viaje de historia entre los siglos XIX y XX que solo el afán apasionado de Ordetx consigue contrastar en el tiempo.
Luis caracteriza y responde contundentemente a Barrenechea, a quien retrata como «otro fullero cubano».
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Jesús Díaz Loyola.
BARRENECHEA, OTRO FULLERO CUBANO
Por Luis Machado Ordetx J. G. Barrenechea (en la foto)
José Gabriel Barrenechea, como Judas Iscariote, está carente de la menor vergüenza. Ahora en su miope lectura la emprendió contra Ciudades en pugna (Capiro, 2015), y comete lamentables pifias históricas que demuestran la sorna de un diletante que se acerca a escritores e intelectuales cubanos para venderse al mejor postor por migajas de dinero.
Al leer su opúsculo, lleno de imprecisiones teóricas e históricas, recordé su “espíritu” rastrero cuando fue tildado de apropiarse de fondos destinados a Cuadernos de Pensamiento Plural http://razonesdecuba.cubadebate.cu/noticias/acusan-de-robo-de-dolares-a-bloguero-independiente/), una revista de periodismo independiente.
Después su rúbrica apareció, una que otra vez, en las nóminas de esas redacciones, y hasta escritores del centro cubano lo tildaron de “soplón” vulgar. Un día se “auto-inventó” la historia de censura de un artículo “histórico” en Guamo, publicación del Ministerio de Cultura en Villa Clara.
Era un estudio-refrito sobre las expediciones cubanas por la zona de Pinar del Río durante las guerras por la independencia contra el colonialismo español. Ahí se “imaginó” el cuento de la recogida “masiva” de la publicación y formuló un “mea-culpa” por el ciberespacio, cuando en realidad la tirada de Guamo estaba agotada.
Desde estas cuartillas hago réplica abierta para destejer el falso protagonismo revisionista de los apuntes que expuso a quien considero un impostor. Diría con Pierre Vilar que el «historiador es un físico, no un experto», pero en el caso de Barrenechea, con su crítica agazapada, ofrece un destilado de incompetencias.
Iscariote, al fin, recibió una recompensa monetaria por la “reseña” —subjetiva e impresionista— de reciente circulación en http://www.14ymedio.com/cultura/portada-Ciudades CYMIMA20150727 0018 16.jpg. Nada tenía que escribir y la emprendió contra el libro, con lo cual demostró los imperfectos estudios sobre nuestra historia y el retorcido carácter de su “personalidad literaria”, rayana en la ignorancia documental y estilística.
Algunas apostillas le refrescarán su falsa visión de juego “critico”, y del cual no comprendió el fin último de Ciudades en pugna: la intención permanente de Santa Clara por la capitalidad territorial del centro cubano durante un siglo. O sea, desde mediados del XIX hasta la primera mitad de la siguiente centuria.
Desgraciadamente leyó un capítulo (“Humos del periodismo ¿la polémica?”), y esas páginas “¿sobraron?” para orquestarse una reseña ácida e hipercrítica. ¡Qué tipo de analista es Barrenechea!, quien tilda el discurso de oscuro para no mostrar su incapacidad valorativa y de interpretación.
Cuenta que nada le dice el libro. ¡Claro no lo puede apreciaren toda su magnitud!, pues jamás lo aquilató, y mucho menos comprobó que en el esclarecimiento de lo desconocido hay una prospección e indagación en las fuentes documentales.
Creo, incluso, en su desmedida envidia por los escritores, gremio al cual dice pertenecer Barrenechea, no le permiten reconocer cuando Lucács anunció en Sobre la esencia y forma del Ensayo (1910), que el género ensayo consiste en «no sacar cosas nuevas de una nada vacía, sino solo ordenar de modo nuevo cosas que ya en algún momento han sido vivas […] Y como sólo las ordena de nuevo, como no forma nada nuevo de lo informe […], ha de enunciar siempre “la verdad” sobre ellas, y hallar expresión para su esencia». Eso ocurrió en Ciudades en Pugna sin el subjetivismo que, con “miopía” incorpora Barrenechea a sus ideas colmadas de desacertadas impresiones personales e invenciones historiográficas.
Jamás sabrá quien opera desde la óptica del “miope”, que en los antecedentes, las causas y el significado de los acontecimientos y las repercusiones, descansan los pilares interpretativos del libro. El ensayo, no como lo “entiende” Barrenechea, admite dosis de subjetividad en los argumentos. Por esa razón le mostraré que, en dos cuartillas, incurre en deslices históricos imperdonables que lo afirman en improbidad intelectual y periodística. Ojala, como suele hacerse llamar “Hidalgo Rural Cubano”, no termine, después de traicionar a muchos coterráneos,ahorcado en un árbol, como Judas Iscariote, según se narra en Mateo: 27.5.
Lo publicado por Barrenechea está próximo al límite del mísero “orquestador” de palabras. En http://www.14ymedio.com, dijo pepemartinez «¿Santaclareños en pugna? “A este artículo le falta la elegancia y el respeto propios de una buena crítica». Acaso los lectores son tontos ante un fullero-timador, quien segúndeclaración es «escritor profesional en su domicilio».¿Cuál?... Será el Café Literario de Santa Clara, sitio donde husmea con desmedida parsimonia lo que otros dialogan.¿Dónde están sus libros y ensayos? ¿Cuántas oraciones coherentes ha redactado en vida?... Oiga, no se haga el “sueco”, en buen diálogo cubano, pues todos sabemos de sus carencias intelectuales.
El autotitulado “Hidalgo Rural Cubano”, en su desenfreno “crítico”, hasta se apropia de fundamentos de Félix Julio Alfonso, y no tiene la decencia de colocarlos en comillas. Claro, al escribir su opúsculo, desconoce en teoría lo expuesto por Pedro Aullón de Haro cuando significó que el ensayo está «Concebido como libre discurso reflexivo, se diría que […] establece el instrumento de la convergencia del saber y el idear con la multiplicidad genérica mediante hibridación fluctuante y permanente».
Entonces, ¿cómo tildar a Ciudades en pugna de «pedantería retórica»? cuando descubre entresijos de los enfrentamientos histórico-culturales entre territorios limítrofes del centro cubano desde aquella mercedación de tierra organizada por las primeras administraciones españolas en la Isla.
Barrenechea, y es risible, sin exhibir instrumentales teóricos de la Literatura, el Arte o la Historia —porque no los tiene a su alcance—, ahora repudia el contraste de fuentes documentales, y no reconoce la vitalidad de valoraciones-antecedentes-contextualizados en criterios expuestos por otros investigadores.
La ceguera intelectual no le permitió detectar el objetivo central del libro, como mal indica a partir de la lectura del capítulo que relata: «Humos del periodismo, ¿la polémica?». Ahí nunca traté de demostrar la insuficiencia del carácter ¿letrado? de Santa Clara en su historia. Lo significativo allí son los encontronazos del periodismo impreso de aquellas regiones beligerantes por el poder logocéntrico. Se nota que el Fullero de Encrucijada es un pésimo lector con miopía natural para reconstruir la realidad que lo circunda.
En su alegato tampoco se detuvo a observar las diversas opiniones de periodistas, o escritores, entre las que se incluyen a Baquero, Mañach, Rumbaut —quien en ningún momento se dice en el libro que perteneció a un club anti-santaclareño, criterio que Barrenechea inventa—, y olvidópor presunción de mentiroso en los planteamientos de Pedrosa Raimundo, García Galló, Ballagas, González Puig y…
Tiene Barrenechea una manera sórdida de “inventar” historias y manipular a lectores que carecen del libro. Tal vez desee apropiarse de cierta “celebridad” que en el fondo de los hechos siempre será dudosa. Por eso cita a Mañach, pero ¿no observó usted cuando ese filósofo sagüero comentó las particularidades del parque Vidal?, y se detuvo a puntualizar que la gente de una ciudad se valora de acuerdo a las características de un paseo urbano. Después dice que solo se le cita en una ocasión.
Verdaderamente usted padece de una vulgar ceguera para las lecturas, muy similar a la que emplea en indicar que no ve relación entre lo expuesto por Baquero y Rumbau Yanes. Oiga, no se haga el ingenuo, allí todos los criterios, incluidos los de otros que usted no menciona, están contrastados.
De igual modo, ¿conoce dónde reside la objetividad del periodismo de Gastón Baquero desde tiempos de los rotativos Información y Diario de la Marina, allá a inicios de la cuarta década del pasado siglo? No lo puede saber. Con sinceridad, usted en teoría y práctica es un neófito en periodismo. Esa objetividad que usted excluye se aprecia en lo que ahora se denomina reportaje profundo, o en profundidad, y en el interpretativo, tipologías que añaden antecedentes, documentos y análisis. Tienen un lead de entrada con carácter literario, tal como se distingue en «Cienfuegos o la cordialidad», publicado indistintamente a finales de 1945 en La Correspondencia y El Comercio, diarios de la Perla del Sur. Ese fue el detonante de la carta que, en enero del siguiente año, el poeta-periodista dirigió a La Publicidad, de Santa Clara para sustentar sus puntos de vista.
Oiga, Barrenechea, por favor, instrúyase antes de respaldarsus criterios. No haga tomadura de “pelos” a los lectores. También lo emplazo a que localice una línea, una página, incluso el nombre de Narciso López, en la Historia Física, Económica-Política, Intelectual y Moral de la Isla de Cuba(1861), de Ramón de la Sagra, escrita a su paso en de agosto de 1859 por territorios de La Habana, Matanzas, Cárdenas, Cienfuegos, Trinidad, Sancti Spíritus, Villaclara, Sagua la Grande, Banagüises y el retorno posterior a España.
En las 250 páginas de ese monumental libro de viaje, y hasta en diálogos con la aristocracia cubana y española, jamás se menciona a Narciso López y su proyecto anexionista. Creo que usted siente predilección por ese tipo de pensamiento, muy alejado del sentimiento patriótico y nacionalista de los cubanos.
¡Claro!, es evidente que la «zozobra» que apunta usted, y a la cual hizo referencia el abolicionista español, está referida a los encontronazos por la capitalidad. Todo queda inferido. Aprenda a leer en los documentos. Recuerde que Narciso López murió en garrote vil en septiembre de 1851. Fue en lajurisdicción de Trinidad y no en Santa Clara donde tomó fuerza y financiamiento su intención anexionista, muy alejada del sentir ibérico que animó a Ramón de la Sagra, quien no venia a Cuba desde 1835.
Santa Clara jamás fue una ciudad ¿letrada?, según el concepto teórico de algunos estudiosos contemporáneos que extrapolan los criterios de Ángel Rama. Por favor, deje a un lado su fullería y no se haga el tonto para embaucar a sus “lectores” potenciales del ciberespacio. ¿Cómo hablar de Eduardo Machado Gómez (1838-1877) para correlacionar el ambiente literario de la central ciudad cubana? Oiga, sin demeritar los valores patrióticos y culturales de ese cubano, lea su Autobiografía, y percátese que desde los 20 años residió en el extranjero. Regresó a su ciudad querida en 1866, período en el cual fundó el rotativo La Época, de carácter efímero por su retorno a Europa. Después volvió a la patria para incluirse entre los hombres decisivos en la Guerra del 68. Seguro, usted que recorre algunas calles de Santa Clara antes de partir a su natal Encrucijada —o asumir criterios diletantes—, desconoce el lugar exacto de la que fue vivienda-residencia del patriota.
Otra vez lo emplazo para que indique línea, párrafo y página de Ciudades en pugna en la cual se subraya que Cuba Contemporánea (1913-1927), la revista que gestó Carlos de Velasco y José Sixto Sola en su espíritu nacionalista, surgió en Santa Clara. Creo, con sinceridad, que usted es un mentiroso de poca estatura mental y un farsante en toda dimensión de la palabra. Ahora me percato de las equivocaciones que tuve al tratarlo. Por respeto a los lectores, mida en adelante con mayor objetividad sus puntos de vista dentro de un impostado espíritu de “crítico” literario, una talla que no le compete y que tampoco tiene carrera y horas de “vuelos” en la escritura.
Por último usted la emprende contra Maylén Domínguez Mondéjar, quien cuidó de la edición de Ciudades en Pugna, y como “crítico” muestra su rostro retorcido al intentar soslayar que esa profesional, como todos en sus actividad, atienden con desmedido celo los libros que toman, y hasta los discute con sus autores. Ella, no lo ponga en entredicho, tiene un elevado prestigio en las casas impresoras cubanas. Infiero que usted siente una profunda envidia por esa experta actividad. No por gusto dentro del denominado periodismo independiente cubano usted ha tratado de desplegarla, pero de inmediato sé que le retiran “voz y mando” dentro de las autocracias imperantes en las más competentes de las redacciones.
Ya acabo la declaración que le dirijo a José Gabriel Barrenechea, otro de los fulleros cubanos. Desearía, luego de revisar su “crítica” literaria encontrar un juicio certero y no falsas imputaciones investigativas que lo demeritan en ese “hacer” de periodista con dudosa factura de independiente.
Al concluir le dejo un consejo muy sano, alejado de dimes y diretes profesionales: en lo perspectivo tenga cuidado no aparezca un espíritu bilioso, propio de la usanza de Emilio Bobadilla (Fray Candil, 1862-1921), y decida enfrentar sus mentiras con “una galleta” en pleno rostro, justo en la ocasión en que usted transita por cualquier calle cubana.
LA CRITICA QUE ABRIÓ LA POLÉMICA
El hidalgo rural
JOSÉ GABRIEL BARRENECHEA,
14YMEDIO.COM / Santa Clara
La incongruencia de que en Cuba en cualquier ciudad de provincias haya al menos una editorial y sin embargo ningún diario, da pie a no pocas deformaciones en nuestra vida literaria. Se imprimen así muchos libros que en realidad nunca debieron pasar de artículo periodístico, y, en el mejor de los casos, de la docena de cuartillas. La práctica de convocar a concursos de ensayo donde no existe la tradición ensayística no hace más que empeorar esta situación.
Una muestra de los monstruos que crean las deformaciones mencionadas es Ciudades en pugna, de Luis Machado Ordetx. Este libro ganó el Premio Literario Fundación de la Ciudad de Santa Clara 2014 en la modalidad de ensayo y, como es ya costumbre, la editorial Capiro ha puesto en librería justo el día antes de la proclamación de los premios del año siguiente, el pasado martes 14 de julio.
Un muy político Félix Julio Alfonso, presidente del jurado que premió este libro, habla en el prólogo de densos follajes retóricos, salpicados de erudición bibliográfica y desmesura documental. En realidad, abunda en el libro la pedantería retórica, con la que por sobre todo se intenta agregar páginas en los inicios de los capítulos y de los epígrafes, y que, como consecuencia de su descomedido uso, desalienta al lector más adiestrado en estos excesos. Pocos pasarán más allá de esos fárragos iniciales. Las fuentes, por su parte, son pésimamente usadas, sin que atinemos a saber si el exceso de citas tiene como objetivo conseguir estirar el trabajo hasta las dimensiones exigidas por el premio o aplastarnos con la vastedad de la erudición del autor.
Abunda en el libro la pedantería retórica, que, como consecuencia de su descomedido uso, desalienta al lector más adiestrado en estos excesos.
Por ejemplo, observemos el capítulo Humos del Periodismo, ¿La Polémica?, central en la obra ya que en él Machado Ordetx desarrolla lo que en el fondo es su objetivo principal: negar la idea de Santa Clara como ciudad letrada. Aparte del abuso de los signos de interrogación que inunda la obra entera, se hace evidente en la introducción a este capítulo que el autor no tiene a nadie más que a Gastón Baquero para sostener su posición. Menciona a Jorge Mañach, pero no cita nada concreto suyo que lo ayude a argumentar su pretensión desacralizadora, salvo su referencia encomiástica a Camajuaní, que para nada menciona a Santa Clara. Machado llega hasta dar sin más a Bienvenido Rumbaut Yanes como miembro de un pretendido club anti-santaclareño, armado a pura voluntad con Baquero y Mañach, cuando hasta ese momento, y hasta el fin de la obra, solo presenta la siguiente cita suya extraída de la prensa de la época: "Villa Clara (Santa Clara) está limpia, remozada. Sus calles, sus edificios modernos, su propio ajetreo de ciudad cosmopolita, dan la sensación de poderío..., está rejuvenecida. Parece más ampliada. Allí se respira en otro ambiente. No hay en ella la quietud que en otros pueblos...".
A no ser que Machado Ordetx haya confundido sus citas, no me explico de qué manera este fragmento de Rumbaut Yanes le permite identificarlo con aquel otro de Baquero, en el que afirma que Santa Clara es un "espacio cerrado en el cual la vida no logra dispararse con el ímpetu y el derroche de luz y la restallante alegría que le son circunstanciales".
La propia elección de Baquero como su principal (y en realidad único) caballo de batalla no hace más que debilitar toda su argumentación. Baquero, negro y homosexual, habla de una ciudad muy racista y algo puritana, como el mismo Machado reconoce. Por otra parte, es bien conocido que el periodismo de Baquero no se distinguía por su objetividad. Es en su estilo castizo y en su erudición donde se encuentran sus fuertes, pero no en esa actitud que consiste en distanciarse de los sentimientos y pasiones propios.
La propia elección de Baquero como su principal (y en realidad único) caballo de batalla no hace más que debilitar toda su argumentación. Más adelante Machado cita una carta de Ramón de la Sagra a Gertrudis Gómez de Avellaneda. En esta, escrita en 1860, De la Sagra habla de agitaciones y zozobras antiguas a las que ha seguido la paz monótona en que entonces viven. Es tal el deseo del autor de que todo apoye su visión de la historia que se pregunta si De la Sagra no se referirá a las tensiones surgidas entre Santa Clara y las regiones de Cienfuegos y Sagua, que poco antes se le habían desprendido.
No obstante, para cualquiera que conozca nuestra historia es evidente que De la Sagra a lo que se está refiriendo es al periodo de inestabilidad política relacionado con los intentos anexionistas de finales de los cuarenta y principios de los cincuenta del siglo XIX. No olvidemos que el general Narciso López, la figura principal en ese periodo, había comenzado su carrera anti-gubernamental precisamente en la zona de Santa Clara.
En general, tras la lectura de las citas del capítulo referido a uno le queda más bien una impresión diametralmente opuesta a la que perseguía Machado. Asombra esa constante aparición de publicaciones literarias en una ciudad que entre 1842 y 1929 nunca contó con los recursos financieros que Sagua o Cienfuegos sí poseían, pero que nunca se concretaron en nada semejante. Nos lleva a preguntarnos: si Santa Clara nunca fue una ciudad letrada, ¿cómo es que en ella se daban individuos como Eduardo Machado o cómo fue aquí que surgió ese proyecto tan citado por el propio autor, la revista Cuba Contemporánea?
Nos parece que la pretensión de poner en libro lo que no pasaba de ensayo de veinte cuartillas lastra este muy interesante e importante trabajo, que en esa forma merecería ser publicado en alguna publicación de mayores alcances. Claro, si también antes el autor se desprende de la creencia, no solo de Machado sino en general de los medios literarios de la Isla, de que un ensayo mientras más oscuro, abstruso, retórico y cargado de citas, mejor.
No quiero dejar de señalar también la errónea selección de la editora a la que se encargó el cuidado de esta obra. Maylén Domínguez es una escritora de literatura infantil que para nada domina esta especial y muy exigente forma literaria, ni mucho menos posee los conocimientos aledaños que se requieren siempre para editar una obra de ensayo historiográfico. El exceso retórico y algunas incongruencias gramaticales, que también las hay, podrían haberse evitado de haber escogido Capiro mejor al encargado de editar esta obra.
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