CUBA: Nos dejan los grandes

Los cubanos lloran a sus muertos célebres que fueron mitos en la cultura y ahora son leyenda

Ya sucumbieron Vicente Revuelta, "Goyo" Harnández, el Caballero de la Rumba, Remberto Becker y el provinciano Rafael Altuna.
Ahora, un periodista de élite: Julio Gacía Luis, y suman cinco los nombres de cubanos conocidos que nos dejan comenzando 2012

OBITUARIOS QUE LES DEDICA @TRIO PRESS 

12 de enero 

“Julito”, el decano periodista

Su crónica era medular y precisa. Julio García Luis, un as de la pluma, un periodista de la élite, murió en La Habana el jueves 12 de enero, víctima de un ataque al corazón. Tenía 69 años.

Lo conocí cuando lideró la oficial Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en los 80, los años de su mayor esplendor. Además de buen guía, era de esos colegas con quien cabía sincerarse en todas las aristas de la vida y el saber, aunque discreparas con él.

Con una riqueza literaria incalculable, cuando escribía sus crónicas y sus editoriales, o cuando, sencillamente, comunicaba, Julito era un grande de la palabra que brillaba con luz propia, desde las páginas de los periódicos, delante de un micrófono o ante una cámara de televisión.

Recuerdo algunas de las sesiones televisadas de los congresos de la UPEC, donde casi nunca faltaba Fidel Castro. Julio, con su oratoria pausada y penetrante y Fidel siguiéndole al hilo. Todo el mundo vivía eso.

Luego, la esencia de Julio García era un referente necesario en el discurso de Fidel. “Como decía Julio…”, retomaba el gobernante cuando después de muchas horas de debates satisfechos o no, venia el gran líder con su carga. García Luis era un referente y lo fue durante mucho tiempo, porque nadie olvida en Cuba que formó parte del equipo en los viajes internacionales de Castro. Y con las premisas de Castro llenó páginas enteras con los editoriales que sustentaban el curso del régimen con el que vivió amordazado, aunque él no lo creyera así.

Lo recuerdo bien, no se me olvida. Las páginas de los periódicos y los archivos audiovisuales dejan constancia del profesional que se fue, aunque su tendencia fuera de pro y muchos abandonáramos su camino, porque sencillamente queríamos decir la verdad.

Otra pluma aferrada del régimen, Luis Sexto, hace una caracterización de su colega en la revista digital CubAhora, y no se equivoca, porque en verdad Julito era “un periodista entrañado en el corazón de miles de colegas, periodista de ética sin precio, de cultura transformada en sabiduría”.

Como muchas veces pasa, casi al final de su existencia, el doctor Julio García Luis vino a recibir en 2011, el pasado año, el máximo galardón a su obra profesional, el Premio Nacional de Periodismo José Martí, después de pasarse una vida ensalzando a la Revolución. Tal vez por su modestia, por no pretender lauros más allá de su gran pasión por escribir y comunicar.

Al margen de políticas y afiliaciones, Julio García Luis era un profesional en toda regla, y eso hay que reconocerlo, dentro y fuera de Cuba, el maestro noble que se nos fue en Julito, a pesar de ser un hombre entregado a la causa. Sobre todas las cosas, fue un teórico de las técnicas del periodismo moderno, obsesión que le llevó a exprimir su carrera como decano de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana.

Dedicarle estas letras me honra, porque reconozco en él su enseñanza y su legado, por el buen hacer profesional que nos transmitió.  Lo contrario sería ignorarlo, entonces no sería yo, aquel que se empinó y desandó los medios cuando los 80 y 90 eran los tiempos del periodismo del mayor esplendor de Julio García Luis.

Dice Luis Sexto que “Julito sabía que las ideas no solo convencen por su verdad, sino por la forma en que se expresan”. Pero él era suficientemente inteligente, y capacidad tenía, para saber discernir que la verdad no solo es lo que se dice y la forma en que se dice, sino lo que realmente es. Habrá tenido tiempo para comprenderlo en Cuba, porque fue un testigo más de su tiempo cruento.

Telegrama tardío para el "Dequi"
La alumna al profesor
Por Sayli Sosa Barceló (Invasor, Ciego de Avila, Cuba)


10 de Enero

Vicente Revuelta,
ícono del teatro

Dos días antes, a los 82 años, nos dejó el célebre director de teatro cubano Vicente Revuelta, considerado uno de los más relevantes actores y directores del teatro latinoamericano.

Una leyenda del teatro cubano del siglo XX, así lo define el periodista e investigador Wilfredo Cancio Isla en su web Café Fuerte: “Con la muerte de Revuelta, el teatro cubano y latinoamericano pierde a un visionario, un artista que asumió y pensó el teatro con la lucidez y el riesgo creativo que solo alcanzan los favorecidos por la genialidad”, escribe Cancio.

Revuelta deja un legado artístico de seis décadas y un catálogo de obras que marcaron hitos en la escena cubana contemporánea.

Su manera de hacer las tablas se propagó con fuerza desde 1958, cuando fundó el grupo Teatro Estudio, junto a su hermana Raquel Revuelta, una diva de la televisión y el teatro cubanos,  quien murió en 2004.

El método Stanislavski fue la esencia de la práctica actoral con que Revuelta trazó la pauta artística de un período de eclosión para el movimiento teatral cubano, con montajes considerados hoy momentos clásicos de la escena nacional desde  La Noche de los Asesinos, su montaje cumbre hasta  El viaje de un largo día hacia la noche, Fuenteovejuna, El alma buena de Se-Chuan, Madre coraje, Santa Juana de América, El Precio, La duodécima noche y Galileo Galilei.

Café Fuerte profundiza estos días en la personalidad temperamental, transgresora y liberal de un extrovertido Vicente Revuelta que “enfrentó los típicos rechazos de la sociedad cubana de los 60 por su condición homosexual. Pero tuvo siempre en su hermana Raquel el hada protectora que le sacó las castañas del fuego en tiempos de “parametración” y acoso para el movimiento teatral de la isla”.

8 de Enero

“Goyo”, el caballero
de la rumba

Excelente percusionista, cantor y bailador hasta la saciedad, Gregorio Hernández Ríos, el caballero de la rumba, conocido popularmente como “El Goyo”, murió también en La Habana este enero.

Fundador del Conjunto Folclórico Nacional, sucumbió a los 75 años, a consecuencia de una afección cerebrovascular.

“El Goyo” alcanzó su celebridad por una intensa actividad docente en el Instituto Superior de Arte (ISA) y otros centros de la enseñanza artística en Cuba y el exterior, que llevó aparejado con la música activa.

Su nombre está en el sello de varias producciones discográficas, como The spirit of Havana, coproducción con el canadiense Jane Bunnet. Participó en el segundo volumen del disco La rumba soy yo. Con sentimiento Manana, de Bis Music.

Una de sus más importantes contribuciones en el género que lo catapultó a la fama, fue el álbum La rumba es cubana. Su historia, del sello Unicornio, nominado al Premio Cubadisco 2003 en la categoría de música folclórica.

Considerado una de las figuras fundacionales de la rumba en el archipiélago, nos lega una carrera  avalada por otros exitosos fonogramas como Rapsodia rumbera (1995), Cuba linda (1996) y Colección Bailes para todos… para los rumberos (2006).

A lo largo de su vida artística compartió escenario con Carlos “Patato” Valdés, Tata Guines, Isaac Delgado, “Changuito”, Orlando Valle “Maracas”, Rey Guerra, Félix Valoy, Roberto Fonseca, Sergio Vittier, Alfredo Rodríguez, Jane Bunnett, Lázaro Ross, Adalberto Álvarez y su Son, Los Van Van, Afro-Cuban All Stars, Yoruba Andabo, Clave y Guaguanco, Los Muñequitos de Matanzas, Giovany Hidalgo, y otros músicos famosos en escenarios de América Latina, el Caribe y Europa, donde seguramente más de uno hoy le dedica una rumba.

Su amigo, el doctor y músico Lino Neira, lo considera uno de los inestimables solistas de abakuá que ha plasmado el arte de esa religión en Cuba.  Por eso Neira no dudó en elegir a Goyo para su volumen 10 de la Antología de la música afrocubana. "Es un gran músico, a quien pinareños y habaneros disputan por su origen, y la verdad es que Cuba y el mundo deben aclamar y luego, seguir aclamando, dada su magnitud y trascendencia". Hoy la rumba es para ti, Goyo, rumbero y abakuá.

9 de Enero

Remberto Becker,

compositor

¡101 años!

Mes también del adiós del célebre compositor habanero Remberto Becker Márquez. Había nacido el 4 de Febrero de 1910. Se fue siendo un centenario y a punto de cumplir ¡102 años! Todavía gozaba de lucidez. Un mito de la música cubana hecho ahora leyenda.

Su vida no pudo ser más fecunda. Becker es autor de obras emblemáticas del cancionero cubano como “A toda Cuba le gusta”, “De ti enamorado”, “Llegaron las golondrinas” y “Como cambian los tiempos”.

En los cuarenta, Remberto creó el cuarteto “Becker” que tuvo un sonado éxito en tierras puertorriqueñas con Elías Castillo, guitarra prima; Carlos Querol, guitarra rítmica y segunda voz, Orlando Vallejo, maraca y voz prima, más el propio Becker.

La obra que nos lega no ha podido tener mejor colofón, porque Becker le dio un Grammy a Buena Vista Social Club con su A toda Cuba le gusta. Para España fue un consagrado por su posición finalista en los premios Bar de la VII Edición Iberoamericana con su De qué parte de España del álbum El balcón del adiós, grabado por la vieja trova santiaguera.

Hasta poco antes de morir, el centenario caminaba las calles de La Habana para cantarle sus números a intérpretes que lo recibían con agrado y muy complacidos en cualquier parte”, escribe su colega y amigo Senén Suárez Hernández, en CUBARTE.

Sus obras lanzaron a la fama a muchas figuras del cancionero latinoamericano: “A toda Cuba le gustan” (1943) fue popularizada por Orlando Guerra (Cascarita) y Willy Rosario (Puerto Rico); “Llegaron las Golondrinas”, también del 43, la grabaron Barbarito Diez y el dúo mítico de Clara y Mario; “Como cambian los tiempos” (1962) fue un hit en la voz de Los Compadres. Lorenzo y Reinaldo Hierrezuelo y ha durado hasta nuestros días. La lista de éxitos es larga. Hoy más que nunca, suenan con más fuerza en todas las radios latinas, donde le cantan al mito Becker hecho leyenda.

Su vida se fue llena de anécdotas que acreditan la calidad de su música. Becker le contó a Senén Suárez que hace años vino un joven arreglista matancero a su casa, solicitando algunas obras suyas para arreglos orquestales. Becker no dudó en ofrecerle la guaracha Bailadores de 1947 grabada por Cascarita con la orquesta Casino de la Playa. Ese joven era Dámaso Pérez Prado, un icono del mambo.

Los recuerdos de su pasado, Becker los exteriorizaba en cualquier parte. La Habana está llena de sus anécdotas.”Un día le canté a Benny Moré mis obras Caña, rumba y tabaco más y Llegaron las golondrinas. Luego, me dijo, tráemelas. Le pregunté ¿cuál de las dos? Y respondió con los dedos abiertos ¡Las dos! Pero tardé en llevárselas y al poco tiempo el Benny falleció”.

Lo mismo le pasó con Bola de Nieve. Le dijo: "Voy a cantarte un número (Come, que hay más/1974) para que me des tu opinión; se lo canté, al darme dos golpes en el hombro, su respuesta fue: Dile al Niño Rivera que me haga la parte del piano para cuando venga de México". Pero Bola no regresó.Becker ahora estará con él.

 28 de diciembre

Rafael Altuna,

un escritor provinciano

No fue un grande de Cuba, pero lo fue para el círculo de su tiempo: Rafael Altuna Delgado, un narrador provinciano nos dejó casi al alba de enero. El miércoles 28 de diciembre de 2011, a los 66 años, en Estados Unidos, falleció el viejo amigo, caracterizado por su nobleza, sentido del humor, fina ironía y disposición permanente para ayudar a los demás.

La colega Mercedes Rodríguez García lo recuerda en su Café Literario: Lo conocí en1971, en el taller literario Juan Oscar Alvarado, de Santa Clara cuando allí también era vital el escritor y poeta Félix Luis Viera: «Tenía talento y muchas lecturas. Pero le faltó voluntad para sobreponerse en el entorno social político en que vivió la mayor parte de su vida», diría Viera después.

Altuna publicó un solo libro de cuentos, «Una tarde en el río», pero le bastó uno para demostrar la fuerza de sus narraciones. Del hombre y sus contradicciones, de sus angustias e iluminaciones trata este libro que, de cierto modo, es el retrato de su vida. Posteriormente comenzó varios proyectos que nunca acabó.

«Una tarde en el río» hizo época cuando abrió la era de la Editorial Capiro en Santa Clara. Los textos breves de Altuna quedan para la posteridad plasmados también en las revistas Verde Olivo, La Gaceta de Cuba, El Caimán Barbudo, Revolución y Cultura, y en los volúmenes de los premios y menciones de los talleres literarios de 1979 y 1982, editados por Letras Cubanas.

Dice Mercedes que Altuna fue un exponente de los “tiempos cubanos de poemas al aire y de cuentos en segunda persona”. Tal vez lo fueron, en sus ambientes, cualquiera de los cinco nombres que como rayo fugaz se nos han extinguido de la vida real este enero. Algunos, allí dentro, los despiden como absolutos consagrados a la causa. Pero si aun en vida hubieran pensado diferente, la Cuba de penurias que les tocó, jamás la habrían vertido en sus obras y en sus públicas apariciones, porque sencillamente, en Cuba no se puede.

Voy a terminar con la clara definición que hace Félix Luis Viera de los que nos dejan insospechadamente un día cuando en el camino les sorprende la puta muerte. Le pasó con Rafael Altuna, con René Batista Moreno y con Agustín de Rojas Anido, sus amigos y los míos. Nos pasa con los grandes y con los ídolos, Nos pasará a todos con mucha gente de bien a medida que llega su hora. De todos ellos se aprende, porque como dice Viera“no hay mayor alegría que el reencuentro de los amigos muertos”.