"La historia de Cuba no se puede escribir sin Tampa, ni Tampa puede ignorar a Cuba".
(Dr. Emiliano Salcines, Ybor City, 26-1-16)
(Dr. Emiliano Salcines, Ybor City, 26-1-16)
Honrar honra, nos enseñó Martí. Y yo honré en Tampa al mejor maestro de todos los cubanos.
Junto al doctor Emiliano Salcines, historiador de la ciudad de Tampa.
"La historia de Cuba no se puede escribir sin Tampa, ni Tampa puede ignorar a Cuba", me dijo por estas tierras el magnífico anfitrión que encontré en el doctor Emiliano Salcines, historiador de la ciudad floridana, donde hoy presentaré «Crónicas del Caribe».
En Ybor City, la barriada más antigua de Tampa, caminé este martes por las mismas calles donde José Martí, en el siglo XIX, trabajó entre el gremio tabacalero de emigrantes para recaudar fondos y unir voluntades en torno a la causa independentista de Cuba.
Emiliano Salcines, evocó ayer el paso del Apóstol por una ciudad que visitó veinte veces en los últimos tres años antes de morir en Dos Ríos.
La alta estima que sintió Martí por el trabajador de Tampa, la definió el Apóstol en una frase: “Pueblo fiel – el pueblo educado – donde aprenden a pensar en la misma mesa donde se ganan la vida”.
Así describió Martí a las mujeres y hombres que conoció en su larga convivencia en la ciudad del Centro-Oeste de la Florida. "Tuvo siempre una especial concepción con los lectores de tabaquería", recordó Salcines en un recorrido en que viajamos en el tiempo.
Más de doce monumentos recuerdan en Tampa al prócer cubano. Ayer fue un baño de historia martiana y de recuerdos. En la ciudad de las grandes andaduras americanas de Martí, están identificados una estatua, dos bustos, doce indicadores de lugares históricos, un centro de ayuda mutua, una calle, un mural y el Cementerio de Tampa Oeste que originalmente se nombraba Cementerio Martí.
Sin embargo, el mayor mérito lo tiene la memoria atesorada por una villa donde la presencia del eminente político, poeta y escritor, tiene expresiones íntimas y espirituales que se descubren en cada conversación con la comunidad cubana residente y los norteamericanos que por siglos han recibido este conocimiento como un legado familiar de su convivencia común.
Y un dato más. El 26 de noviembre de 1891, nuestro José Martí conoció a su gran anfitrión y protector en Tampa, el valenciano Martínez Ybor y a su esposa. Fue durante su primera visita a Tampa, once años después de su primer viaje a Estados Unidos cuando arribó a Nueva York, donde Martí devino imprescindible articulista y crítico de arte del periódico New York City Sun, propiedad del periodista y editor Charles A. Dana.
En los días en que toda Cuba, y también Tampa, esperan la épica fecha del 28 de enero, natalicio de nuestro José Martí, al pie de su efigie se depositan flores.
Aquí hay hoy un jardín hermoso, noble pero inmenso, en sustitución de la otrora casa Pedroso que perteneció a dos grandes amigos cubanos del Apóstol en sus estancias en Tampa.
Recordaba Salcines, un hombre alimentado por la historia de pies a cabeza, que Ruperto y Paulina Pedroso, en este mismo lugar ofrecieron a José Martí hospedaje seguro tras el intento de envenenamiento que sufrió el Apóstol en diciembre de 1894 por dos cubanos plegados al poder colonial cuando le brindaron un vino de extraño sabor.
Al decir de Salcines, Martí salvó su vida milagrosamente tras haber sido atendido con rapidez por el Doctor Eduardo Barbarrosa y luego amorosamente cuidado por los Pedroso, residentes en la Octava avenida y calle 13, donde hoy se emplaza el Parque Martí.
Ayer fue aquí un baño de historia y de recuentos de cómo los cubanos patriotas de aquel tiempo velaron siempre el sueño del cubano más extraordinario que ha dado la historia.
"Lo velaron en la calle, relevándose en turnos de guardia", acota Emiliano Salcines y apunta: "En las noches de Tampa, podía escucharse en el silencio de la madrugada, desde su alcoba en la humilde casita, el rasgar constante de la pluma del maestro sobre los papeles donde escribía su historia.
Ybor City, la barriada más antigua de Tampa, cuyas calles recorrí con ansias martianas, debe su nombre a Martínez Ybor, que no nació en Cuba y era valenciano como Don Mariano Martí, padre de José Martí. Nacido en Valencia, el 31 de octubre de 1815. Mariano de los Santos Martí Navarro; murió en La Habana el 2 de febrero de 1887. Algunos historiadores le han atribuido el oficio de sastre y de cordelero; sin embargo, su óptima letra, ortografía y fluidez denotan una educación suprema en él. Su mejor herencia fue José Martí.
Martínez Ybor, erigido en Tampa en el gran protector de Martí, salió de Cuba cuando comenzaron los rigores antagónicos de la Guerra de los Diez Años. "Se estableció aquí y fue bueno y clemente con los emigrados”, manifiesta Salcines: "Y lo fue con Martí".
En la histórica ciudad de Tampa, muchos sitios perpetúan el paso de Martínez Ybor por estas tierras, como tantos otros dejaron constancia de la presencia de nuestro José Martí.
El martes en Tampa, fue un día cargado de historias y de pasado maravilloso, donde estuve a tiempo de visitar disímiles sitios relacionados con la presencia martiana en Ybor City como la Sociedad Martí Maceo fundada en 1904; el espacio donde se editó entre 1887 y 1898 “Cuba” periódico oficial del otrora Partido Revolucionario Cubano; la esquina donde se ubicó la sede de la Liga patriótica de instrucción establecida en 1889; la escalinata donde fue tomada la última fotografía que consta del Apóstol tras su apasionado discurso en el Liceo Cubano clamando a los tabaqueros emigrados que le ayudasen a conquistar la independencia de la patria aportando hombres, armas y dinero.
Ayer fue un día de épicos recuerdos. En 1893, el 26 y 27 de noviembre, en Ybor City, Martí pronunció dos piezas bien conocidas de su oratoria: “Los pinos nuevos”, donde realza el papel de la juventud en la consecución de la independencia nacional, y “Con todos y para el bien de todos” que inició dedicándola sentidamente a la Patria: “Para la Cuba que sufre, mis primeras palabras”.
Emiliano Salcines, historiador de Tampa y Jesús Díaz Loyola.
A propósito, mi anfitrión, el gran historiador Salcines, retrae una anécdota recurrente. "En ocasión de aquellos célebres discursos de Martí, viajó desde Cayo Hueso el taquígrafo Francisco María González, quien rompió varios lápices mientras captaba la pródiga oratoria martiana".
Las notas se imprimieron después en la sede del periódico "El crítico de Ybor City" y se enviaron a Cayo Hueso en un barco de vapor, de tal suerte que en poco tiempo los torcedores y los patriotas reafirmaron su compromiso emancipador con la intervención de Martí.
Las huellas del Apóstol de Cuba llegan a nuestros días en esta ciudad floridana gracias a otro periódico "La Gaceta". La publicación trilingüe semanal que exhibe más de 93 años de historia, es fruto de la entrega de una familia que por tres generaciones ha insistido en reflejar la vida local.
Más de 100 años después, me subo al peldaño donde se paró Martí para tomarse la última fotografía
junto a los tabaqueros de Ybor City.
Dice Emiliano Salcines, mi anfitrión estos días de Tampa, que por estas tierras han caminado Martí y todos los grandes de la historia cubana, como dijo al principio: "La historia de Cuba no se puede escribir sin Tampa...".
Fachada del emblemático Círculo Cubano. Arriba, el único escudo que se conserva desde 1916, cuando Cuba fue ya independiente. Resaltan seis banderas que simbolizan y abrazan las seis provincias cubanas de entonces.
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