Llega Obama como un ángel de salvación en el ala demócrata de los Estados Unidos y llegan también las reacciones de los que sienten y padecen. Los cubanos de Miami, que hasta hace unos años, desde la ignorancia real apoyaban en mayoría el embargo financiero y comercial norteamericano, dividen su parecer y más de la mitad de la comunidad exiliada está ahora en contra del bloqueo a la isla.
La noticia circuló con beneplácito por toda la emigración cubana dispersa por el mundo que, en buena medida, debe su suerte al bloqueo.
Este diciembre, como gota de alegría navideña, una encuesta realizada entre cubano-estadounidenses radicados en el sur de Florida reveló datos sorprendentes. No es noticia inventada ni salida de ninguna tendencia. Por primera vez -y celébrese por lo alto adentro y afuera-, son mayoría los que rechazan la política que hasta la era Bush se ensimismaba desde Estado Unidos contra Cuba.
Cientos de cubanos tomados como referente por un sondeo del Brookings Institution y la Universidad Internacional de la Florida, justificaron ese deseo en el 55 por ciento de las encuestas: más de la mitad opina que el bloqueo a la isla debe terminar. Es absurdo y antediluviano.
Los fundamentos nuevos de los cubanos de ahora son lógicos de este tiempo y de este siglo, porque los residentes cubanos de Miami como embrión de su flujo migratorio por el orbe, quieren viajar sin límites a su tierra: un 67 por ciento de los casos también se oponen a las limitaciones de viaje a Cuba.
Los cubanos de afuera defienden que son tiempos de cambio y quieren extender a los de adentro sus manos, pero están cansados del yugo: un 65 por ciento desearía que acaben las restricciones para enviar dinero a sus familiares, un dinero que ellos sudan y lo añora el bolsillo. No se lo piden a nadie.
UN CAMBIO GENERACIONAL
La encuesta se fundamenta sobre la veracidad y la credibilidad. Una nota circulada por el portal BBCMundo.com revela que en el criterio autorizado de la Universidad Internacional de la Florida el punto de inflexión puesto en evidencia por el sondeo revela más bien un cambio generacional antes que un cambio de actitud.
“La generación de cubanos que vinieron a Estados Unidos durante los años 60 se está retirando de la escena, en tanto hay un flujo continuo de inmigrantes desde la isla que rejuvenece a la comunidad, impulsando estos cambios”, admitió a la BBC, Hugh Gladwin, director del Instituto de Investigación de la Opinión Pública de la Universidad de la Florida, encargada del sondeo.
Hay una clara brecha generacional entre los que llegaron a Estados Unidos antes de 1980 (a penas el 35 por ciento opina que no tiene sentido continuar con el bloqueo). En cambio, para los que vinieron entre 1980 y 1998 ya madura una conciencia civilizadora porque el 57 por ciento quiere ahora el cambio de política hacia la isla.
Los cubanos de ahora, estén donde estén, los que miran con renovación hacia la Patria, los más jóvenes, son los más afectados por las restricciones para viajar o ayudar económicamente a sus familiares en la isla, por lo tanto es lógico que sean ellos -y tienen que ser ellos-, los que abrumadoramente se opongan a políticas hostiles que no se ajustan a nada.
Hoy por hoy es una verdad latiente que nadie puede negar: la emigración cubana actual se produce más por motivos económicos que por políticos. Ya pocos quieren bronca de ideas. Para decirlo mejor, mas claro, los que se van buscan conseguir una vida mejor para los suyos y los de allá. Hay que desmarcar a la nueva generación cubana de esa obsesiva obsesión que es el estercolero político.
En su gran mayoría -y sería un buen tema de encuesta para los entendidos- los jóvenes cubanos de ahora, están apartados y decepcionados. Es más, ellos literalmente "pasan". Quieren vivir. Dejarles crecer es lo que les cuenta. No molestan a nadie, y tanto los de casa como los que habitan fuera de ella, quieren amar, soñar y reír.
No hay ilusión mas clara que la añoranza por el mañana de un cambio emprendedor en la tierra que les vio nacer. Por eso, para quienes emigraron durante la última década, el apoyo al final del bloqueo es ya notablemente mayoritario: Un 71 por ciento dice ¡No!.
Con más nueces que ruido, ahora sí los cubanos esperan que el triunfo de Barack Obama se traduzca en mejora de las relaciones con EEUU hacia Cuba que, en definitiva, es lo que cuenta.
Barack Obama ha planteado estar dispuesto a reunirse con los líderes de Cuba. De que con Obama podría terminar el bloqueo a Cuba, es absurda ilusión. Ni con Obama ni con McCain, porque lo que terminará con el épico embargo a Cuba, no será la voluntad de un hombre sino los intereses de un conglomerado económico.
Mañana mismo todo puede cambiar.
Por lo pronto, una mayoría creciente en Estados Unidos y en gran parte del mundo es favorable al criterio de que la política estadounidense hacia Cuba es hipócrita, injusta, contraproducente y carente de un futuro viable. Lo diría mas claro: es un atraso absurdo.
Para Cuba y para el mundo, el mar de ilusiones inusitadas que abre el mandato Obama deja un espacio a la esperanza. Al menos el hombre negro de la Casa Blanca llega con una fuerza de joven vitalidad, en la que se entrecruzan voluntad y buena fe. A ver que pasa.
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