05 noviembre, 2011

Medio siglo después, Cuba autoriza la compraventa de viviendas: ¿Donde están?

Entre el brillo y el contraste del Caribe, los cubanos se compran sus viviendas.

Donde están las casas?

Reportaje ATP

Una mujer tiende la ropa en un balcón de La Habana. Es la más típica imagen, entre el brillo y el contraste del Caribe, cuando se desanda La Habana. Aún así, los cubanos dentro de la Isla se andan frotando las manos estos días como quien acoge un manjar: todos quieren salir a buscar una casa nueva.

La noticia está sobre el tapete. Entre los cubanos y los foráneos que desde cualquier lugar del mundo apuntan hacia la Cuba del Caribe como un destino preferente para el ocio y para el retiro de la vida activa. Pero quien encuentra la casa ideal.

A un lado las carencias y las calamidades, porque en cualquier caso, la noticia es ahora el boom mediático cubano  desde que saltó a la palestra este principio de noviembre.

Por primera vez en más de medio siglo, los cubanos podrán comprar y vender viviendas de forma particular a partir del 10 de noviembre, según una reforma legislativa aprobada por el presidente Raúl Castro dentro de su plan para "actualizar" el modelo económico socialista, reporta la agencia española EFE desde La Habana.

El gancho de la noticia radica en que, por fin, los cubanos domiciliados en la isla y hasta los extranjeros con residencia permanente podrán comprar y vender viviendas.

Sin embargo, no hay casa para todos ni todas las que cada uno quisiera, porque Cuba mantiene como límite que "ninguna persona tendrá derecho a poseer más de una vivienda", lo que no quita el acto legítimo de tener, además de la propiedad donde se reside, otro inmueble en zonas de descanso o veraneo. La gran verdad es que en Cuba muy pocos gozan de ese privilegio y la gran mayoría a duras penas tiene un techo digno para vivir, consecuencia del desgaste que impusieron las limitaciones y las carencias a lo largo de los años.

En realidad, como relatan los cables los problemas de la vivienda han sido durante décadas una odisea social, económica y burocrática en Cuba, donde hasta ahora las opciones para acceder a una casa se limitaban a las permutas, las herencias, conseguir un permiso estatal de construcción o acudir al mercado ilegal.

Después del desplome del socialismo europeo esa realidad se recrudeció y, de cierto modo, la mano tendida durante años a la sobrevivencia de la isla se desvaneció y la necesidad de sortear prohibiciones de muchos tipos generó un mercado negro con construcciones clandestinas, falsificación de documentos, funcionarios corruptos y estafas. La lista de incidencias es abrumadora. Muchas se han saltado a los medios como notas ejemplarizantes y los cubanos de a pie, bien lo saben.

Las contingencias climáticas también lo han recrudecido todo, y Cuba con más de once millones de habitantes, afrontaba el pasado año un déficit de unas 600.000 casas, por el impacto de los ciclones que en los últimos años asolaron al país caribeño.

Es de reconocimiento oficial que más del  cincuenta por ciento de las construcciones cubanas está en mal estado y 8,5 de cada 10 edificios necesitan reparaciones, una imagen de derrumbe casi generalizada que mellará mucho a la hora de encontrar una casa medianamente idonea para vivir, sin contar las constantes irregularidades de la construcción.

Sin embargo, Cuba sale ahora de un profundo vaho en la convivencia y con las nuevas luces para vivir mejor o empezar a vivir está la premisa de "contribuir a la solución del problema habitacional" en la población.

En cuanto a la compraventa, el decreto firmado por Castro establece que la operación se realizará ante notario por el precio que libremente acuerden las partes y el comprador debe acreditar, entre otros detalles, la existencia del dinero en una sucursal bancaria y presentar una declaración que garantice que la cantidad se ha obtenido lícitamente. Ni un duro en negro La compra-venta entrará en vigor el 10 de noviembre.

Primero fueron licencias para construir 
viviendas en una isla que se cae a pedazos

 

Habitantes trabajan en la construcción de su casa en La Habana (Cuba) hoy, martes 27 de abril del 2010, después de que la concesión de esos permisos fuera aprobada "recientemente" por el Instituto Nacional de la Vivienda para personas que sean titulares de terrenos, azoteas u otras áreas contempladas en la nueva resolución. El Gobierno de Cuba abrió este mes el otorgamiento de licencias para la construcción de viviendas "por esfuerzo propio" en la isla, después de que el presidente Raúl Castro diera luz verde a la iniciativa en 2009.
¿De donde salen los materiales de construcción? Eso está poco claro, pero los cubanos todo lo resuelven. En la imagen, vecinos de La Habana se las ingenian en la construcción de su casa. Todos están favorecidos desde la concesión el pasado años de los permisos de obras del Instituto Nacional de la Vivienda, aunque en la vida real en Cuba cueste un sacrilegio conseguir un ladrillo o un saco de cemento. Eso nadie lo niega.

Los ruídos de esta revolución constructiva comenzaron en 2010 cuando el Gobierno de Cuba inició emprendió el otorgamiento de licencias para la construcción de viviendas "por esfuerzo propio". Ahora a menos de un año ya los cubanos pueden vender sus casas.
Este fue durante años el gran tabú de las construcciones particulares en Cuba, porque antes de esta normativa, los permisos para construir se entregaban a casos ‘‘seleccionados'' y "aprobados'' por las autoridades responsables en cada circunscripción (barrio), mientras que ahora todos los interesados que reunan los requisitos legales pueden pedir de su licencia, aunque no tenga una piedra que levantar, porque el Gobierno aseguró la venta estatal de materiales.

Hace un año, Raúl Castro indicó que había que desarrollar la base industrial para construir cientos de miles de casas en la isla y se pronunció por "no prohibir'' esas edificaciones con "esfuerzo individual''.
Esto sucede después que a lo largo de medio siglo. al menos dos generaciones de cubanos se han ido a la tumba sin tener un techo digno donde convivir.

Es una verdad irrefutable que la falta de viviendas es uno de los problemas más graves en la isla, que paradójicamente involucionó en los niveles de vida que marcaron la primera mitad del Siglo Veinte. Tanto es así que en los últimos años no se han podido cumplir los planes de construcciones estatales, que han decrecido de 150,000 a 50,000 nuevas viviendas.

Pero también es verdad que los cubanos con su entereza se han pasado la otra mitad de la centuria buscándose la vida, a pesar de toda la pasividad burocrática que les ha noqueado la vida antes de poder construir una casa digna. Para tener una casa, los cubanos sufren graves problemas y, sobre todo, el gran lastre del suministro de materiales.

Cuba convive permanentemente con el riesgo de derrumbe
Una distinción particular contra la que no se pueden poner frenos.

Mientras se restauran los viejos edificios históricos, los cubanos como una especie de okupas de su tiempo, siguen habitando en ellos, porque sencillamente no hay donde ir. Esa razón, la de la limitada convivencia, ha justificado durante años el permanente flujo migratorio de los cubanos.









Estas imágenes (arriba y abajo) publicadas por Net for Cuba International  son bien elocuentes de la crítica situación con la vivienda en Cuba 
Nairobi Morales Rodríguez, periodista independiente en la isla, recorrió barrios del municipio Boyeros, espejo de la ciudad y antesala del aeropuerto internacional de La Habana. "Vi en la precaria condiciones que viven los vecinos del barrio ¨Mira Flores Viejo¨, narra Nairobi, quien intercambió  con algunos vecinos, muchos de los cuales, según manifestaron, esperan desde 2007 los materiales de construcción para afrontar el deterioro de las casas que dan vida a muchos  rincones de Boyeros, antes de alcanzar el centro de La Habana.

Muchas casas se caen a pedazos, comentaba un señor de más de sesenta años que vive solo de su pensión de 240 pesos cubanos (unos 10 euros) La crónica de Nairobi Morales, revela que el gobierno ha creado determinados puntos para la venta de materiales de construcción en moneda nacional en donde un bloque cuesta seis pesos, un saco de cemento, 100 (casi cinco euros) y una teja de fibra, ochenta pesos (otros cuatro euros) para aquellas personas que quieran construir o arreglar su vivienda por esfuerzo propio. Los precios no tienen desperdicio, y aún así, no siempre en estos lugares se cuenta con la existencia de los materiales de construcción.

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