"El pueblo no puede seguir así, para empezar en una situación de colapso económico".
"Y como soy ahora"
Carmen Muñoz (ABC)
Desde su casa de Santa Clara, la misma ciudad en la que el ciberperiodista Guillermo Fariñas lleva más de cien días en huelga de hambre, el prisionero de conciencia recién liberado Ariel Sigler Amaya, de 46 años, conversó por teléfono con ABC.
En algo más de siete años ha pasado por seis cárceles y cuatro hospitales hasta que el régimen de los Castro lo liberó con «licencia extra penal» por motivo de salud.
En esos años sólo abandonó dos horas su cautiverio, el pasado enero, para velar a su madre muerta. Una de las Damas de Blanco, de 82 años. Su hermano Guido sigue en la prisión de Agüica.
Acostado en una cama, con el collarín puesto porque se marea, asegura que su primera meta es
recobrar la salud, en Cuba o en otro país que le ofrezca ayuda. Pero el dirigente del Movimiento Independiente Opción Alternativa, detenido en la Primavera Negra de 2003 y condenado a veinte años por «mercenario», no se olvida de «la lucha por los derechos humanos y la democratización de Cuba. No voy a apartarme de la disidencia. Voy a continuar luchando por la libertad de todos los presos políticos».
—¿Cómo se encuentra en su cuarto día de libertad?
—Mi estado de salud es bastante deplorable. Ayer sufrí cinco desmayos, he tenido problemas de tensión, diabetes, diarreas, vómitos. Tuvieron que ponerme cinco bolsas de suero para hidratarme. Todo ello ha agravado aún más mi estado respecto a cuando salí de la cárcel. Ha sido producto del cambio de la prisión al hogar. Padezco cuatro enfermedades crónicas: fariamigdalitis, esofagitis, gastritis, hemorroides grado tres y una paraplejia funcional. No puedo mover los miembros inferiores ni ponerme de pie. Estoy inmovilizado.
—¿Por qué cree que tiene esa paraplejia cuando fue campeón de provincial boxeo (de Matanzas)?
—En efecto, yo era una persona deportista, bastante fuerte. Pesaba 205 libras (100 kilos) y he pasado a 90 libras (43 kilos). He perdido demasiado peso y eso trae consigo enfermedades que sufro desde hace bastante tiempo. Mi estado es bastante crítico. Estoy haciendo un esfuerzo para hacer llegar esta comunicación, hablando acostado en la cama. Hoy estoy bastante mareado.
—¿Sabe si algún gobierno, en concreto el español o el estadounidense, están haciendo gestiones para que pueda recibir tratamiento médico en otro país?
—En ningún momento el Gobierno cubano me ha dicho si deseo ir a recuperarme a otro país o que algún país se haya ofrecido. No hemos hablado de si me pueden dar la salida o no. Mi hermano Miguel está haciendo gestiones en Estados Unidos para ver si puedo recibir tratamiento allí. No tenemos recursos, somos una familia humilde. No tengo ninguna información de que España se haya dirigido a nosotros para hacer alguna gestión.
—¿Estaría dispuesto a viajar al extranjero si le ponen como condición que no puede volver a pisar su país?
—Lo primordial es mi restablecimiento, ya sea en Cuba o en otro país. Si otro país está en disposición, estamos abiertos a aceptarlo. Yo soy cubano y tengo derecho a entrar y salir de mi país cuando lo estime conveniente. Es inaceptable que me dejen salir para no volver a entrar. No aceptamos ese tipo de condiciones.
—¿Qué le parece el diálogo que mantiene la Iglesia católica cubana con el régimen comunista?
—En los últimos meses hemos notado que la Iglesia católica ha tenido conversaciones con el Gobierno cubano en pos del traslado de presos políticos y de conciencia, y las liberaciones de los que están enfermos. Pero de momento sólo han cedido a una liberación, la mía. Hace falta que las excarcelaciones de los presos políticos enfermos continúen, que no paren aquí. Guillermo Fariñas está en huelga de hambre para reclamar la liberación de los veinticinco que quedan. Sólo he salido yo, que estoy en un estado deplorable. Quisiera que me observaran, cómo estoy ahora y cómo era antes. Personas que me conocían, familiares y amigos. al verme se han puesto a llorar delante de mí, no pueden aguantar la emoción; otros abandonan la habitación sin decirme una palabra, parezco un cadáver. Me han comparado con el Quijote, con los prisioneros de los campos de concentración nazis...
—¿Espera nuevas excarcelaciones en breve? Monseñor Dominique Mamberti está de visita en Cuba, la Unión Europea ha aplazado a septiembre la revisión de la «posición común» y Miguel Ángel Moratinos aseguró el lunes en Luxemburgo a sus homólogos que «las liberaciones serán en una semana»...
—No ha sido así. Las promesas no se han cumplido. No se tendrían que haber demorado tanto en el traslado de los presos. Ya llevamos siete años de cárcel, los prisioneros tendrían que estar fuera desde hace mucho. Sólo ha habido una excarcelación, prácticamente no se ha hecho nada. Todas las promesas se han quedado en el aire porque sólo he salido yo. No hay voluntad ninguna de seguir liberando a presos políticos.
—Algunos prisioneros de conciencia denuncian que han sido envenenados en las cárceles castristas...
—No tenemos esa certeza. Si ha sido así, lo han hecho con sutileza porque no hemos visto cómo se elaboraba la comida. Pero al ver mi estado actual y cómo me encontraba antes, puede no ser casual. No podemos afirmar una cosa, pero tampoco negar la otra. Puede ser, porque yo era una persona fuerte. En las prisiones la alimentación es pésima, no tiene calorías. El preso vive sólo con un poco de arroz, caldo y algún picadillo de carne.
—¿Tiene pensado visitar a Guillermo Fariñas cuando se recupere?
—Cuando se me pase un poco el mareo y la fatiga, tengo pensado ir a verlo para expresarle nuestra solidaridad y apoyo a su justa causa por la liberación de todos los presos políticos que estamos enfermos.
—¿Apoya el recurso a la huelga de hambre?
—No apoyamos las huelgas de hambre porque es un suicidio para la persona que la hace. Pero sí apoyamos la posición que toma cada uno, en este caso por la liberación de los presos políticos enfermos. Nos solidarizamos con él y le vamos a ayudar en todo lo que podamos.
—¿Considera que el final de esta dictadura está más cerca, después de la condena mundial que recibió tras la muerte de Orlando Zapata?
—Ha habido una gran presión internacional por parte de la Unión Europea, el exilio en Estados Unidos y en España, las Damas de Blanco, los medios de comunicación, Guillermo Fariñas, nuestros mártires de la oposición, Orlando Zapata... Esto no puede continuar así, el Gobierno tiene que hacer un cambio. El pueblo no puede seguir así, para empezar en una situación de colapso económico.
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