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Es bastante probable que las mujeres de estas fotos hayan muerto no mucho después de los retratos. Ejercían la prostitución en el barrio de la Ciudadela (Shahr-e No en persa, literalmente Nueva Ciudad), el distrito rojo de Teherán. En 1979, una turbamulta de fanáticos islamistas que obedecían los dictados del recién nombrado Lider Supremo de Irán, el ayatolá Jomeini, entró a sangre y fuego en el lugar, linchó a algunas de las mujeres e incendió los burdeles, dejando que muriesen quemadas otras muchas.
El único testimonio gráfico de la Ciudadela y sus residentes son las fotos del reportero Kaveh Golestan (1950-2003), uno de los grandes fotoperiodistas del siglo XX.
Entre 1975 y 1977, cuando el país aún se llamaba Persia y era gobernado por una monarquía totalitaria, el fotoperiodista documentó las zonas sociales que nadie desaba ver: un hospital con funcionamiento carcelario para niñoscon enfermedades mentales, la vida diaria de los trabajadores-esclavossituados al fondo de la pirámide y las prostitutas de Shahr-e No.
Los servicios de inteligencia del régimen clausuraron la exposición tras una semana, pero Golestan llevó las imágenes a una galería privada de una zona pija de Teherán a la que solía ir de compras la emperatriz Farah Diba, esposa del Sha Mohammad Reza Pahlevi, dictador sanguinario de Persia desde 1941. El fotógrafo deseaba que la realidad llegase a los ojos de la realeza gobernante y consiguió que la reina viese la exposición. Sin cambiar el gesto imperturbable, la emperatriz dijo: "Tiene usted una visión muy negra de la vida".
Son sobre todo retratos de gran intensidad humana, tomados en blanco y negro, con alto contraste y en el interior de las viviendas humildes pero aseadas que ocupaban las prostitutas y donde también atendían a sus clientes. Junto a las fotografías, la exposición incluirá los diarios originales que Golestan llevaba en la época, recortes de prensa y entrevistas de audio que el fotógrafo recogió en la zona.
Es bastante probable que las mujeres de estas fotos hayan muerto no mucho después de los retratos. Ejercían la prostitución en el barrio de la Ciudadela (Shahr-e No en persa, literalmente Nueva Ciudad), el distrito rojo de Teherán. En 1979, una turbamulta de fanáticos islamistas que obedecían los dictados del recién nombrado Lider Supremo de Irán, el ayatolá Jomeini, entró a sangre y fuego en el lugar, linchó a algunas de las mujeres e incendió los burdeles, dejando que muriesen quemadas otras muchas.
El único testimonio gráfico de la Ciudadela y sus residentes son las fotos del reportero Kaveh Golestan (1950-2003), uno de los grandes fotoperiodistas del siglo XX.
Entre 1975 y 1977, cuando el país aún se llamaba Persia y era gobernado por una monarquía totalitaria, el fotoperiodista documentó las zonas sociales que nadie desaba ver: un hospital con funcionamiento carcelario para niñoscon enfermedades mentales, la vida diaria de los trabajadores-esclavossituados al fondo de la pirámide y las prostitutas de Shahr-e No.
Impacto social
Cuando expuso una selección de las imágenes en la Universidad de Teherán, el impacto fue tremendo y los estudiantes organizaron campañas de protesta contra las condiciones económicas y sociales de los desposeidos en un país cuya burguesía y clase alta vivía en la ostentación que emanaba de los ingresos petrolíferos. Algunas de las fotos aparecieron también en una serie de tres reportajes en un diario vinculado a la oposición democrática.Los servicios de inteligencia del régimen clausuraron la exposición tras una semana, pero Golestan llevó las imágenes a una galería privada de una zona pija de Teherán a la que solía ir de compras la emperatriz Farah Diba, esposa del Sha Mohammad Reza Pahlevi, dictador sanguinario de Persia desde 1941. El fotógrafo deseaba que la realidad llegase a los ojos de la realeza gobernante y consiguió que la reina viese la exposición. Sin cambiar el gesto imperturbable, la emperatriz dijo: "Tiene usted una visión muy negra de la vida".
45 copias de época
El trabajo de Golestan en el distrito rojo de Teherán llega ahora a Europa por primera vez. El museo de fotografía FOAM de Ámsterdam (Holanda) anuncia la exposición The Citadel, que se celebrará del 21 de marzo al 4 de mayo. La muestra está compuesta por 45 copias de época de las fotos que el reportero hizo en el barrio entre 1975 y 1977. Han sido cedidas por los herederos de Golestan, cuyo único hijo, Mehrak Golestan, se dedica al hip-hop bajo el apodo de Reveal.Son sobre todo retratos de gran intensidad humana, tomados en blanco y negro, con alto contraste y en el interior de las viviendas humildes pero aseadas que ocupaban las prostitutas y donde también atendían a sus clientes. Junto a las fotografías, la exposición incluirá los diarios originales que Golestan llevaba en la época, recortes de prensa y entrevistas de audio que el fotógrafo recogió en la zona.
"Una mirada humana e íntima"
En la Ciudadela, antiguo barrio amurallado en Teherán al que se accedía a través de una sola puerta, sólo podían entrar hombres. El trabajo de Golestan "es el único documento fotográfico existente de este espacio urbano y sus habitantes", dicen desde el museo. "Estas imágenes fueron tomadas durante un período de dos años, durante los cuales el fotógrafo forjó un grado de confianza que llegó a la amistad con muchas de las vecinas. La serie de retratos son el testimonio de una mirada humana e íntima a la vida y la personalidad de las mujeres de la Ciudadela".
Golestan, que pertenecía a un medio intelectual y artístico muy activo (era hijo del cineasta Ebrahim Golestam), estaba muy comprometido con los problemas sociales y era de talante optimista. No podía imaginar el trágico destino de la Ciudadela: el barrio fue primero incendiado y luego derribado en los primeros meses de la revolución iraní que terminó con la dictadura del Sha y entregó el poder a Jomeini, firmante en persona de un decreto que ordenaba clausurar la zona. Algunas de las prostitutas murieron carbonizados o golpeadas y otras fueron arrestadas, juzgadas y fusiladas en 1980, justo mientras en el área donde habían trabajado entraban los bulldozers y aplanaban el lugar, donde hoy hay un parque.
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