Harrison Odjegba Okene, hoy puede contarlo
El rescate en vivo
Otros tres días cruciales para salvarlo
PARA SALVARLE LA VIDA, tras extraerlo del bote hundido, lo introdujeron en una cámara de descompresión durante otras 60 horas para liberar su cuerpo de exceso de nitrógeno. Después lo llevaron a la superficie.
HOY, ocho meses después, Okene está convencido de que su rescate después de 72 horas bajo el agua y a 30 metros de profundidad, en las entrañas del Atlántico, es una señal de salvación divina. "Estoy vivo. Puedo contarlo".
Con 29 años, fue el único sobreviviente de una tripulación de 12 hombres. El barco pesquero en el que trabajaba Okene como cocinero se hundió a 32 kilómetros de la costa de Nigeria, en el Océano Atlántico.
UN GOLPE DE SUERTE FORTUITA LO SACÓ DEL FIN
Harrison Odjegba Okene era chef de la embarcación petrolera
Jascon 4, pero el barco se hundió en mayo pasado a 100 metros
en las gélidas aguas del Atlántico.
UN GOLPE DE SUERTE FORTUITA LO SACÓ DEL FIN
Harrison Odjegba Okene era chef de la embarcación petrolera
Jascon 4, pero el barco se hundió en mayo pasado a 100 metros
en las gélidas aguas del Atlántico.
Lo extraordinario de su historia es que con la embarcación
destruida y en medio de la agonía, un golpe de suerte fortuita
le dio la fortuna de quedar encerrado en un sector de la
embarcación destruída que funcionó como una burbuja de aire
debajo del agua.
destruida y en medio de la agonía, un golpe de suerte fortuita
le dio la fortuna de quedar encerrado en un sector de la
embarcación destruída que funcionó como una burbuja de aire
debajo del agua.
Los paneles de las paredes le salvaron la vida. Los
convirtió en
una balsa, allí mismo, en las entrañas del mar, en un desafío
impenitente contra la fuerza del agua.
una balsa, allí mismo, en las entrañas del mar, en un desafío
impenitente contra la fuerza del agua.
Se le pasaron tres días, en los que bebió únicamente Coca
Cola:
“Yo estaba allí en el agua en la oscuridad absoluta pensando
que era el final, creía que el agua se va a llenar el bote, pero
no lo hizo. No podía ver nada, pero percibía los cuerpos sin
vida de la tripulación muy cerca de mí, podía oler, los peces
entraban y se comían los cadáveres, podía escucharlos.
Era el horror.”, revela su estremecedor relato.
“Yo estaba allí en el agua en la oscuridad absoluta pensando
que era el final, creía que el agua se va a llenar el bote, pero
no lo hizo. No podía ver nada, pero percibía los cuerpos sin
vida de la tripulación muy cerca de mí, podía oler, los peces
entraban y se comían los cadáveres, podía escucharlos.
Era el horror.”, revela su estremecedor relato.
Sumergido en agua helada, vestido solo con calzoncillos,
Okene repetía el último salmo que su esposa le había enviado
por mensaje de texto y que algunos llaman la oración de salvación:
“Por tu nombre, Señor, dame vida”.
Okene repetía el último salmo que su esposa le había enviado
por mensaje de texto y que algunos llaman la oración de salvación:
“Por tu nombre, Señor, dame vida”.
Por eso a Okene hoy no le queda otro remedio que comprender
que su rescate 72 horas después fue una señal de salvación divina.
Sus otros 11 compañeros murieron en las profundidades.
que su rescate 72 horas después fue una señal de salvación divina.
Sus otros 11 compañeros murieron en las profundidades.
Los buzos enviados al lugar sólo buscaban cadáveres, pero
abruptamente una mano apareció en la pantalla monitoreada
por Walker en el barco de rescate, todos dieron por hecho
que era un cadáver más.
abruptamente una mano apareció en la pantalla monitoreada
por Walker en el barco de rescate, todos dieron por hecho
que era un cadáver más.
“El buzo reconoció que había visto la mano y cuando fue a
tomarla, ésta se aferró a la suya!”, dijo el rescatista. Hay una
exclamación de pavor del buzo (un equivalente a ¡Ay wey!),
seguida de felicidad al comprender que no era la sirenita quien
le tomaba la mano sino un sobreviviente. Okene recuerda que
lo escuchó gritar: “íHay un sobreviviente! Está vivo!”.
tomarla, ésta se aferró a la suya!”, dijo el rescatista. Hay una
exclamación de pavor del buzo (un equivalente a ¡Ay wey!),
seguida de felicidad al comprender que no era la sirenita quien
le tomaba la mano sino un sobreviviente. Okene recuerda que
lo escuchó gritar: “íHay un sobreviviente! Está vivo!”.
Todos fueron héroes
El buzo que lo rescató usó agua caliente para
hacerlo entrar
en calor y luego le puso una
máscara de oxígeno. Tras extraerlo del bote
hundido,
lo introdujo en una cámara de descompresión durante
otras 60 horas
para liberar su cuerpo de exceso de
nitrógeno, ya que esta acumulación de gases
puede crear
burbujas letales en el cuerpo, posteriormente lo llevó a la
superficie.
"Estaba allí, en la oscuridad,
sólo pudiendo pensar que
era
el final", narró a Reuters luego
de ser rescatado."Podía percibir
los cadáveres de mis otros colegas.
Podía olerlos. Los peces habían
entrado y
se estaban comiendo sus
cuerpos. Podía oír el sonido".
Harrison
Okene, hoy
está vivo,
contando su
increíble historia
a cada paso.
De sus coreíble
historia a cada
paso. De sus
compañeros,
ya sólo quedan
11 nombres
para el recuerdo.
historia a cada
paso. De sus
compañeros,
ya sólo quedan
11 nombres
para el recuerdo.
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