21 abril, 2014

José Salgar, el hombre que se inventó a García Márquez, el periodista




Gabriel García Márquez: “Empecé siendo periodista porque lo que quería ser es periodista”. 

En la foto de arriba, aparece en la redacción de El Espectador con José Salgar, quien siempre dio fe de la bocanada de irreverencia y aire fresco que significó el arribo, en 1953, a El Espectador del joven reportero Gabriel García Márquez, que murió el jueves último en México, a los 87 años. 

Salgar, el veterano periodista murió en 2013 con 92 años. En los tiempos del Gabo periodista ,se desempeñaba como Jefe de Redacción del matutino bogotano. Bajo su implacable lápiz rojo pasaron los textos del hijo del telegrafista, que 29 años y meses después, en 1982, recibió el Premio Nobel de Literatura.

"Gabo iluminó el lenguaje y llenó la crónica periodística de chispa, sin decir mentiras, pero metiéndole vainas de su cosecha".


Así salieron 14 crónicas estupendas que se conocieron como "Relato de un náufrago". 


No hace un año todavía que este otro maestro de periodistas murió en Colombia. José Salgar  guardaba el mérito de haber educado a Gabo en el periodismo de primera línea. Con su muerte esta semana, el testimonio de Salgar deja sobrada elocuencia de la madera en que se curtió el Nobel: 
¿Qué tan cierto es que usted se inventó a García Márquez, el periodista?
-Es al revés. García Márquez me inventó a mí. A él en un comienzo lo que le gustaba era el periodismo costeño, y le parecía horroroso el periodismo frío de Bogotá. Fue Álvaro Mutis el que se inventó traer a Gabo a El Espectador. Lo convenció diciéndole que el periódico era la mejor escuela de periodismo y que el mejor maestro era yo. Llegó todo flaquito, se me presentó, yo lo contraté con 900 pesos de sueldo, que a él le pareció altísimo.

De esa época, Gabo se acuerda como primera lección de periodismo que usted le decía: tuérzale el cuello al cisne, para que se dejara de textos floripondios…
-Él se inventó ese cuento. Lo que yo le dije fue: “Déjate de vainas, no jodás”, porque él le metía al periodismo cosas literarias costeñas. Hasta que llegó El náufrago”…
… La famosa crónica de Gabo basada en el caso real de un joven marinero que sobrevivió a un naufragio….

-El del destructor ARC Caldas. Gabo llevaba dos crónicas sobre el caso, que no habían pegado. Entonces un día yo le dije: “Gabo, ahora sí ponle a ese náufrago un poco de cisne”. Por cuenta de mi consejo, iluminó el lenguaje y llenó la crónica periodística de chispa, sin decir mentiras, pero metiéndole vainas de su cosecha. De ahí salieron 14 crónicas que se conocieron como Relato de un náufrago, acerca de las peripecias que el marino Luis Alejandro Velasco debió afrontar a lo largo de 10 días en el mar, sin comida ni agua. Un episodio gris que el genio oriundo del remoto pueblo de Aracataca, en el Caribe colombiano, transformó en una historia impactante.
¿Y sabe en qué termina el cisne?

¿En qué? 

-En que Gabo me llama hace dos años y me dice: “José, ahora sí estoy escribiendo con el cuello torcido”.


¿El periodismo de hoy es mejor o peor que el de su época?
-Nunca hay mejor o peor. Hay distinto. El periodismo hay que estar inventándoselo todos los días. Ahora no hay periodismo. Hay comunicaciones. En mi tiempo era un apostolado, un servicio público, la gente no pensaba en ganar ni en volverse rico, sino en decir su verdad bien dicha. 

Lo que yo le enseñaba a Gabo se lo describo con esta anécdota: una vez hubo tal aguacero sobre Bogotá, que se inundó la Avenida Jiménez y a alguien se le ocurrió sacar una lancha. El periódico salió a la misma hora de siempre, con la foto de la lancha, y no había terminado de llover. Eso fue una hazaña. Eso era periodismo. Hoy habría habido televisión o alguien con un celular, porque hay más comunicaciones que periodismo. Hoy en día, a las ocho de la mañana, cualquier periódico es viejísimo.

Está cumpliendo 90 años… ¿qué tan viejo se siente?

-Dicen que yo cuando joven era prematuramente viejo, y que de viejo soy extrañamente joven. . Dicen que tengo 90, pero no me lo creo. ¿Le cuento cuál fue el mejor regalo de este cumpleaños? Que, a pesar de que Gabo está enfermo, me llamó. No se imagina lo que me sentó esa llamada. ¿Y sabe qué me dijo?: “José, lo único a lo que aspiraría, a estas alturas de la vida, es a que volviéramos a los tiempos de El Espectador”.
Tras su paso por  El Espectador, García Márquez acabó siendo uno de los amigos más entrañables de Salgar. Esa hermandad se refleja en el libro ‘Vivir para Contarlo’, en cuyas páginas Gabo menciona 21 veces a su ex jefe. “Vino decidido a ser periodista de profesión y dejar la literatura porque con ésta no había ganado un solo centavo. Por primera vez ganaba un sueldo fijo, de alrededor de 900 pesos al mes”.
En 1961, cuando García Marquez se instala en México DF, siguió cercano a su amigo Álvaro Mutis. Un día Mutis le da dos libros y le dice: “Léase esa vaina para que aprenda cómo se escribe”. Eran Pedro Páramo El llano en llamas, de Juan Rulfo. Ese mismo año publica El coronel no tiene quién le escriba. Lo que pasó en adelante fue cuestión de la magia de su escritura.
Más sobre Gabo periodista en Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/cultura/Gabo-periodista-manual-buen-periodismo_0_820118109.html

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