DICEN QUE CUMPLO ¡50!
Dicen que por fin he llegado a la "Edad de los Metales", las Bodas de Oro de mi nacimiento.
Hoy estoy cumpliendo ¡50 años! y resulta que no me entero o no quiero enterarme, porque nada de lo que sentenció mi padre me ha pasado todavía.
Ni el cabello se me ha puesto cano. ni los dientes de oro son un capricho. Entonces, por una vez voy a dar gracias a las premoniciones equivocadas de mi padre, menos una, en la que no te fallé viejo mío: «¡Aquello se te pone como el plomo!»
—¡Ahí si le has da'o, carajo!
Me habían contado que esta es la edad en que la tripa avanza imparable, aumenta la calvicie y crecen sólo las bolas. Pero confieso, que yo no consigo enterarme por más que digan que a los 50, «lo que no crece se cae».
Tampoco es que me trague el cuento de que "usted está en su mejor edad".
Miren, eso fue a los 30 y a los 40 llegando, cuando repetir de todo era orgullo y jactancia. Pero a los 50, el número redondo que hoy me cae encima, "repetir" ya es un mal presagio.
Voy a tratar de explicarme antes de apretarme el primer lingotazo.
¿Repetir matrimonio? ¿Con quién? ¿Con qué? y ¿Para qué?
¿Repetir cocido? ¡Diarrea segura!
¿Repetir judías? ¿Y los gases, qué?
¿Repetir sexo? ¡Será dentro de una semana o dos!
¿Volver a ser papá? ¡Mejor abuelo!
¿Volver a trotar? ¡Infarto seguro!
¿Volver a nadar? ¡Será a flotar!
¿Volver a beber como antes? ¡Bienvenida cirrosis!
Después de los 50 todo puede cambiar:
Un catarro: bronquitis.
Un resfriado: neumonía.
Un golpe: hematoma.
Un chicharrón: diente partido.
Dolor de cabeza: derrame.
Dolores en las manos: artritis.
Un olvido tonto: Alzheimer.
Un escalofrío: Parkinson.
Un estornudo: tuberculosis.
Una oclusión intestinal: cáncer de colon.
Sed: diabetes.
Un kilo de más: escoliosis.
Un kilo de menos: leucemia.
Una mancha: melanoma.
Una orinada a media noche: próstata.
A los 50 no sólo todo puede cambiar, sino que va a suceder.
Sonarse fuerte la nariz: hemorragia nasal.
Visión borrosa: cataratas.
Cera en los oídos: otitis.
Insomnio: ataque depresivo.
Un pelo en el peine: calvicie.
Dolor en la nuca: osteoporosis.
En fin, que todo será más posible a los 50.
Lo justifico todavía más.
Para los que se van acercando, para los que ya están en la rueda y para los que han pasado, pero aún están “estupendos”.
1. Te importa un comino el curriculum
2. Si eres parte de un grupo de rehenes, serás de los primeros en ser liberado.
3. Nadie pide que entres a rescatar personas de un edificio en llamas.
4. La gente ya no te considera hipocondríaco, ahora sí estás enfermo.
5. Ya no tienes nada que aprender para el largo y difícil camino de la vida.
6. Tu inversión en medicina prepago comienza a rendir frutos.
7. Tus articulaciones pronostican el tiempo mejor que los meteorólogos.
8. Tus secretos están seguros con tus amigos contemporáneos; ellos tampoco los recuerdan.
9. Tu dotación de neuronas activas llegó, por fin, a una cantidad manejable.
10. Puedes pasar sin sexo…, pero no sin tus gafas!!
11. Si haces una fiesta, tus vecinos ni se enteran.
12. La ropa que te compras ya no pasa de moda.
13. Los pecados capitales han cambiado, como “la lujuria” por “la gula”.
14. En breve, no recordarás muchas cosas, pero tampoco te importa.
Como verás, lo escribí en letra grande…, yo tampoco veo un carajo!
Señores, que he llegado a los ¡50! o la vida me está jugando una broma.
En fin, que ya todo se vaya al carajo, y que caigan y caigan los años.
Ahora me empujo otro pelotazo o mejor me voy al bar de Javier, porque hoy yo me emborracho como Gardel en el tango.
Los 50 es una edad de obligatorias reflexiones internas; medio siglo, 10 quinquenios de batallas ganadas y perdidas, de encantos y desencantos, de alegrías y sinsabores. Yo creo que es un tiempo de vida suficiente y un orgullo llegar a ella. A partir de esos años no vale mirar hacia atrás el camino ya recorrido, porque aunque hay cuestiones que una olvida, se lo sabe de memoria. En lo adelante todo se vuelve menos cierto, pero los pasos se dan más seguros. No es bueno vivir en el pasado, porque no tiene vuelta atrás; ni tampoco en el presente, porque te asustas demasiado. Prefiero la incógnita del futuro y pensar en lo que aún me queda por hacer.Y a ti te quedan bastantes. Vive mucho, hermanito, cuídate la salud, que es lo que más vale. ese día en que llegaste, inocente y puro, a un mundo que, vuelto al revés, patas arriba, al decir de Eduardo Galeano, no puede aplastarnos ni llevarnos al paredón de los erráticos. Te quiero.
ResponderEliminarMercy.
Gracias Mercedes Rodríguez por todo el tiempo ido y el largo desandar, en que nos curtimos cuando a mi se me acababa de estirar el cuerpo allá Villa Clara, Cuba. Un abrazo.
Eliminarun abrazo grande y muchas felicidades de todos los que te queremos en las buenas, y también en las malas al pensar que la vida es un paraíso de luminosidad abierto a todos, Siempre Luis.
ResponderEliminarGracias, Luis Machado, que más que un colega fuiste un cuidador constante cuando hacíamos los pinos en la profesión que nos cambió la vida: el periodismo que no abandonamos nunca. Que mi eterna gratitud te llegue hasta la Santa Clara que nos curtió en ese placer divino que es el arte de escribir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Felicidades amigo Sus, mi amigo que se es como las estrellas aunque no siempre se vean, siempre estan, no es un dicho mio pero te lo dedico. Un beso. Dav
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