24 mayo, 2014

Luis Carbonell: El llanto de la negra "Fuló"

Los dioses blancos y orishas negros le tocaron con el don mágico para conferirle su gracia y su talento que le duraron toda la vida. Hoy toda Cuba le llora.

LLORA LA NEGRA «FULÓ»




Luis Carbonell, artista de cualidades excepcionales, decía la poesía con verdadero sabor cubano. Lo saben las negras y los negros, y lo sabe el guaguancó, por qué hoy llora Fuló

Esa manera inigualable en la recitación que han conocido varias generaciones, se apagó esta madrugada cuando el Acuarelista de la Poesía Antillana dijo adiós a la vida en La Habana con 90 años fecundos.
Pasará a la historia como el más popular recitador de la poesía cubana del siglo XX, porque Luis Carbonell es, sin duda, el más alto exponente de la declamación, porque supo como nadie recrearnos esa atmósfera de reafirmación nacional –por su cubanía y sentido de lo americano-, pero sin cargar la mano, pues su decir nunca excedió el ritmo y su precisa gestualidad fue siempre el soporte de su contenida intención plástica. 

SU VIDA

Con el tiempo, Carbonell devino un factor cubanizante en lo raigal. En 1946, buscando ampliar su horizonte artístico espiritual, se radicó en New York, donde trabajó en una joyería; pero su vocación por el arte, la música y la poesía crecieron aceleradamente.

A través de Esther Borja y Ernesto Lecuona, se vincula con Diosa Costello, quien lo lleva a debutar con mucho éxito en el show del Teatro Hispano. De regreso a La Habana se presenta en el Teatro Wagner, hoy cine Yara, donde desborda con su talento a los asistentes. Casi inmediatamente, hace su aparición en el programa De fiesta con Bacardí, en la emisora radial CMQ, consagrándose a nivel nacional como “El acuarelista de la poesía antillana”.

En su labor de profesor crea el cuarteto Los Cañas, con repertorio de autores como Bach, Shubert, Chopin y lo más selecto de todos los géneros americanos. Forma artistas de la talla de Pacho Alonso, Linda Mirabal, Facundo Rivero, Aurelio Reinoso, Los Papines y Las de Aida.

En la discografía de Carbonell destacan más de 15 discos de larga duración, tres CD y la grabación Rapsodia de Cuba, de Esther Borja, donde ésta canta a dos, tres y cuatro voces, canciones cubanas, ejemplo único y hasta ahora inigualado.

La crítica cubana Natalia Bolívar, lo retrata en una semblanza sobre su vida fecunda que resume en tres aristas: "Talento, gracia y sacrificio"
«La disciplina de Luis es la de quien se impone a sí mismo un “tour de force”, y por tanto su decir tiene la pulcritud –en cada uno de sus elementos – de un instrumento mismo. No olvidar su movimiento preciso, la atmósfera planteada con exactitud sensual, todo a manera de una orquestación de los sentidos, hasta armar la escena y desembocar de manera progresiva en un silencio, donde todavía repercute lo rigurosamente planteado con la magia de lo fascinante. No por gusto Carbonell tiene poderes de invocación en ese reino afianzado en los contornos de nuestra nacionalidad»

Se ha ido Luis Carbonell, otro de los “grandes” de la escena cubana, a los que los dioses blancos y orishas negros han tocado con el don mágico para conferirle su gracia, su talento y su espíritu de sacrificio. 

Talento y gracia ayudan, pero no bastan para llegar a la cima y mantenerse allí. Carbonell lo supo muy bien. Don Luis logró conquistar, palmo a palmo, ese impreciso dominio donde moran, ya libres del tiempo, los elegidos; esos que en nuestro país gozan del raro privilegio de ser irrepetibles, y otro de ellos es Luis Carbobell. Hoy se ha ido para siempre.

Dicen que agonizó sus últimos días rodeado de cuadros, diminutas esculturas, caricaturas y souvenires de distintos países, sin olvidar su piano ni su baraúnda de poemas, y esencialmente la Fuló, esa negra que lo inmortalizó.

Su carrera fue una enciclopedia viva. Nos lega miles de recuerdos y anécdotas sobre Félix B. Caignet, Ernesto Lecuona, Rita Montaner, Bola de Nieve, Esther Borja y Rosita Fornés, entre otras glorias del intelecto, el arte y la música cubanas 

¿Por qué le decían El Acuarelista de la poesía antillana? Se lo respondió  Luis Hernández Serrano cuando le evocó como un pincel poético.

—En la casa de los Sarrá, en La Habana, recité un día. Allí estaba el artista argentino Biondi, quien me había oído declamar en el teatro habanero, sin yo saberlo y estaba sorprendido.!Yo le dije que en verdad cuando decía que yo recitaba, notaba cierto rechazo. Entonces Biondi me sugirió: ‘Pero usted nunca diga que recita’. Y al oír eso, me preocupé y le dije: ‘Pero si yo no recito, ¿qué es lo que hago?’ Y él me contestó: ‘Mire, cuando yo lo vi, el movimiento de sus manos, sus gestos, su expresión vocal, su actuación toda, sentí la impresión de que en realidad lo que hace es dibujar, es pintar lo que dice, usted es como un pincel poético, como una acuarela’."

Y de ahí surgió el Acuarelista...

—En efecto. Cuando yo debuté verdaderamente, en enero de 1949, en el Programa Bacardí, se usaba —y aún se utiliza— ponerle a los artistas una especie de slogan como “el de la voz de seda”, por ejemplo. Y en mi caso buscaron algo que me caracterizara y me preguntaron a mí, pero yo no sabía qué decir de mí mismo. Como me llamó la atención el comentario de Biondi de que yo era como un pincel poético o una acuarela expliqué que él me había dicho eso, y aquella persona enseguida expresó: “¡Ah!, entonces a ti te pega muy bien lo de El Acuarelista de la poesía negra.” Y yo le respondí: “Sería mejor decir de la poesía antillana, porque es un término mucho más abarcador” y de ahí nació esa especie de “logotipo hablado”, por cierto, primera vez que lo llamo así.

—¿Cuándo recitó por primera vez?

—En la casa de mi maestra de piano, Josefina Farré Segura, que vive en Estados Unidos. Empecé allí, jugando. Yo recitaba muchas cosas, lo hice igualmente en el Instituto, en Santiago de Cuba (donde nació). Me han dicho que tengo buena memoria y eso es natural, nacimos, nos criamos y vivimos estudiando. El que estudia ejercita su memoria. Lo más difícil es recitar bien. Recuerdo que estando en la casa de mi maestra conocí a Ángel de Goya, que tenía un programa de radio, la CMKC y me invitó a recitar en ese espacio. Por aquellos tiempos declamé en el Teatro Oriente y en el Teatro Cuba.

—¿Le gustaba el piano?

—Sí, esa era mi verdadera vocación, pero ella quería que yo fuera médico o abogado. Pero el problema es que hace 70 años cuando yo mostré inclinación hacia la música, mi madre no quiso. Más adelante, en mi vida pude estudiar pero ya de todas maneras no fue el momento propicio para verme convertido, como yo quería, en un gran pianista. Entonces me dediqué a estudiar el piano, pero ya sin tiempo para llegar a ser un músico importante, pues como toda carrera, requería muchos años de estudio y de práctica.

—¿Recitó mucho de niño?

—Escuchando a mi hermana mayor, Olga, recitar La balada de Simón Caraballo, de Nicolás Guillén, algún resorte interno me hizo quedar impresionado. Yo estaba en el suelo de mi casa, jugando o haciendo algo y oírla me impactó extraordinariamente: “Canta, Simón,/ ¡Ah!, yo tuve una casita y una mujer./ Yo, negro Simón Caraballo/ y hoy no tengo qué comer./ Mi mujer murió de parto,/ la casa se me enredó./ Yo, negro Simón Caraballo,/ ni toco, ni bebo, ni bailo,/ ni casi sé ya quién soy.” Aquello me conmovió tanto que busqué el libro de mi hermana y me bebí enseguida los versos de Nicolás.

Muchas veces le preguntaron a Carbonell por sus poemas preferidos. Y Luis respondía: "Es el público el que tiene preferencias. Tengo algunas estampas que han gustado siempre mucho. De mi primera etapa, digamos, la de Félix B. Caignet, Me voy de flirt. Yo la llamo Una impresión telefónica. Ya la palabra “flirt”, sinónimo de aventura amorosa, de romance o “flirtear”, romancear, no se emplea mucho. Esos versos causaron sensación. Como la que escribió Jorge González Allué: Los quince de Florita y Espabílate, Mariana, de Rafael Sanabria. Y también ha ocasionado gran admiración, desde hace sesenta años, la estampa del brasileño Jorge de Lima que todos conocen: Esa negra Fuló".

Y hoy Fuló se ha teñido de luto. Ha muerto en La Habana Luis Carbonell, el Acuarelista de la poesía que la cubanizó.

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