Enfoques
Especial de Café Fuerte
Por Emilio Morales
Presidente de Havana Consulting Group, en Miami.
El gobierno cubano acaba de anunciar fuertes medidas restrictivas para las importaciones de productos no comerciales por parte de personas naturales que viajan a la isla.
La resolución 122 de la Aduana General de la República, y las 222 y 223 del Ministerio de Finanzas y Precios, aparecieron sigilosamente este lunes en la Gaceta Oficial para fijar un cambio en los impuestos adicionales a los equipajes y paquetes que ingresen al país a partir del 3 de septiembre. Más allá de los documentos divulgados no ha existido ninguna referencia aclaratoria de funcionarios o instituciones gubernamentales en un tema que amerita explicaciones en detalle.
No hay que darle muchas vueltas al asunto para percatarse de que estas medidas tienen el propósito de contener y reducir el creciente y dinámico mercado negro de la isla, y al mismo tiempo estimular aún más el envío de remesas.
Contragolpe a la política de Obama
En lo que parece ser una respuesta de La Habana a los resultados de la política implementada por el presidente Barack Obama para viabilizar una apertura económica entre las familias cubanas y la diáspora, el gobierno de Raúl Castro intenta que los cambios implementados en el modelo económico acontezcan bajo su más estricto control.
El desarrollo acelerado del mercado subterráneo, con un fuerte aire de independencia económica, ha tomado tal dimensiones que ya mueve un valor estimado entre $1,000 y $1,500 millones de dólares, solo por el concepto de la venta de mercancías enviadas en los paquetes de residentes en el exterior a sus familiares en la isla.
Siete meses después de haber emitido dos resoluciones aduanales para controlar la entrada de productos al país -mediante un listado de 268 artículos divididos en 16 categorías- y utilizando barreras de altos gravámenes y restricciones de volumen de carga, las regulaciones no parecieron suficientes para contener el impetuoso mercado negro cubano, energizado por la flexibilización de viajes y envíos de remesas y mercancías emitidas por el gobierno de Barack Obama en el 2009.
Cuando fueron emitidas las primeras resoluciones, en diciembre del 2011, la frecuencia de vuelos a Cuba era de unos 70 semanales, para un aumento de 600 por ciento en comparación con el 2006. Un factor que, junto a la dismimución de los precios por el servicio de las agencias, disparó el volumen de envíos de paquetes en un corto período de tiempo.
Competencia fuerte e inesperada
Al cierre del 2011 el valor del volumen de esas mercancías se estimaba entre $2,000 y $2,500 millones de dólares, cifras nada despreciables que imponían fuerte competencia a las cadenas de tiendas dolarizadas bajo el control del Estado. Sin dudas, el mercado negro cubano ha desarrollado en los últimos cuatro años un entretejido empresarial tan dinámico y eficiente que ha compulsado al gobierno a tomar las drásticas medidas que anunció esta semana.
Analizando los hechos con una mirada conservadora, podemos estimar que entre el 40 y 60 por ciento del volumen de esta mercancía va al mercado negro. En otras palabras, entre $1,000 y $1,500 millones de dólares están circulando de forma “subterránea” fuera del control gubernamental, lo que significa que la sociedad cubana ha desarrollado este mercado de sobrevivencia de forma espontánea y con una dinámica increíble, a pesar de las limitaciones logísticas y legales en comparación con las estructuras de las cadenas de comercio minorista controladas por el gobierno.
Como consecuencia, la rotación de los inventarios de las tiendas recaudadoras de divisas se ha alargado, provocando una disminución del crecimiento del volumen de facturación de sus unidades. Este hecho contrasta significativamente con el volumen creciente de dinero que ha entrado al país en los últimos años por concepto de remesas.
En estos momentos, el mercado negro cubano ofrece una diversa gama de productos, desde calzado, ropas, perfumería y cosméticos, hasta electrodomésticos de última generación, destacándose los celulares, computadoras, consolas de juego y televisores de pantalla plana. La calidad de estos productos supera ampliamente las ofertas de las tiendas minoristas, no solo en precio, sino también en inventario.
El sistema de venta de ese mercado informal funciona espontáneamente a través de la oferta y la demanda, y es operado por varias redes de ventas que cubren los 169 municipios del país, siendo más fuerte su presencia en las ciudades cabecera de provincia. Las redes de venta ofrecen además servicios de pedidos personalizados en función de las necesidades particulares de cada cliente. El uso de internet y los celulares constituyen las vías de comunicación más utilizadas en los servicios especializados.
Actualmente más de 1.2 millones de cubanos poseen teléfonos celulares y se estima que más de 100,000 hogares cubanos tienen computadoras. Los suministros del mercado negro llegan principalmente de Estados Unidos, y también de México, Panamá y Ecuador.
Lo que importa es el cash
Sin embargo, lo que llama la atención es que las resoluciones emitidas no limitan los envíos de remesas. Al contrario, al imponer estas barreras de entradas de artículos buscan que las personas reduzcan considerablemente los envíos de paquetes y aumente el envío de las remesas. Por otra parte, miles de familias cubanas dejarán de tener el beneficio de poder recibir los paquetes de alimentos y ropas como resultado de los elevados aranceles que tendrían que pagar en pesos convertibles (CUC).
Para la diáspora cubana será ahora menos costoso enviar dinero que comprar y enviar estas mercancías. Sin duda, la nueva disposición aduanal no es solo una medida desesperada para buscar cash, sino también un muro de contención para disminuir la cantidad de divisas convertibles en manos de la población.
La economía cubana se encuentra en una situación compleja respecto a la disponibilidad de divisas y los posibles escenarios de los próximos meses. Incluso entre los cubanos de a pie se transpira la incertidumbre por la enfermedad del presidente Hugo Chávez y el resultado de las próximas elecciones en Venezuela.
No son nada desdeñables los datos de un reciente reporte del Banco de Acuerdos Internacionales, que muestra una caída de $5,650 millones de dólares a $4,100 en los depósitos de bancos cubanos en instituciones financieras afiliadas a ese organismo internacional durante los tres meses del 2011.
Es obvio que el gobierno cubano ha comenzado a ajustar desde ya sus planes de recaudación de divisas con vistas a enfrentar un panorama donde no pueda contar con el subsidiado petróleo venezolano para capear la crisis en mejores condiciones y poder adquirir petróleo en terceros a precios del mercado mundial.
Al mismo tiempo, las elecciones presidenciales en Estados Unidos son otro factor que obliga al gobierno cubano a atrincherarse ante la posibilidad de que el candidato Mitt Romney sea electo y puedan ser rervertidas las medidas favorecedoras de viajes, envíos de remesas y mercancías, así como los viajes culturales de contacto pueblo a pueblo.
Desafío para las agencias
En septiembre, cuando entren en vigor las nuevas medidas del gobierno cubano, se verán afectadas las 67 agencias autorizadas actualmente por el Departamento del Tesoro para procesar y enviar paquetes a Cuba, pues no hay que ser sabio para pronosticar que el volumen de los envíos va a disminuir considerablemente.
La sobrevivencia de estas agencias dependerá de la estrategia que puedan implementar para adaptarse a las nuevas condiciones del mercado. El envío de paquetes a la isla dejará de ser un negocio altamente rentable y voluminoso, por lo que la venta de pasajes a Cuba y el envío de dinero serán los rubros más importantes que quedaran a la mano en el negocio.
El nuevo escenario podría desatar una guerra de precios para reducir el costo de los envíos de remesas a la isla, pelea nada fácil para estas pequeñas agencias frente al gigante Western Union, que cuenta con 1,142 puntos de operaciones en el estado de la Florida y más de 220 sucursales de distribución dentro de la isla.
Actualmente el mercado de las remesas a Cuba pasa los $2,200 millones de dólares anuales; de esta cifra solo el 35 por ciento es enviado a través de agencias, y el 65 por ciento llega por vías informales.
En la resolución 223/12 del Ministerio de Finanzas y Precios llama la atención el acápite relacionado con el pago de aranceles -en pesos cubanos- para la primera importación que hagan los nacionales y extranjeros residentes en la isla, y en pesos convertibles (CUC) a partir de la segunda importación en un año calendario.
¿Por qué esta medida, si apenas los ciudadanos cubanos pueden viajar al exterior? ¿Significa que el gobierno ya está previendo un explosión de viajes de ciudadanos cubanos si se descongelan las restricciones vigentes y se implementa la esperada apertura migratoria? ¿Se eliminará finalmente la tarjeta blanca? ¿Podrán viajar los profesionales sin ninguna traba burocrática y política?
La Asamblea Nacional del Poder Popular tiene sesión el 23 de julio, casi un año después de que el gobernante Raúl Castro esbozara la intención de poner en práctica una nueva política migratoria en un plazo inmediato. Lo sensato sería dar luz verde a la reforma migratoria y apaciguar los caldeados ánimos de la población en un verano que no parece traer las mejores noticias para el país.
Si no, la cosa se pondrá de moringa.
Especial de Café Fuerte
Por Emilio Morales
Presidente de Havana Consulting Group, en Miami.
El gobierno cubano acaba de anunciar fuertes medidas restrictivas para las importaciones de productos no comerciales por parte de personas naturales que viajan a la isla.
La resolución 122 de la Aduana General de la República, y las 222 y 223 del Ministerio de Finanzas y Precios, aparecieron sigilosamente este lunes en la Gaceta Oficial para fijar un cambio en los impuestos adicionales a los equipajes y paquetes que ingresen al país a partir del 3 de septiembre. Más allá de los documentos divulgados no ha existido ninguna referencia aclaratoria de funcionarios o instituciones gubernamentales en un tema que amerita explicaciones en detalle.
No hay que darle muchas vueltas al asunto para percatarse de que estas medidas tienen el propósito de contener y reducir el creciente y dinámico mercado negro de la isla, y al mismo tiempo estimular aún más el envío de remesas.
Contragolpe a la política de Obama
En lo que parece ser una respuesta de La Habana a los resultados de la política implementada por el presidente Barack Obama para viabilizar una apertura económica entre las familias cubanas y la diáspora, el gobierno de Raúl Castro intenta que los cambios implementados en el modelo económico acontezcan bajo su más estricto control.
El desarrollo acelerado del mercado subterráneo, con un fuerte aire de independencia económica, ha tomado tal dimensiones que ya mueve un valor estimado entre $1,000 y $1,500 millones de dólares, solo por el concepto de la venta de mercancías enviadas en los paquetes de residentes en el exterior a sus familiares en la isla.
Siete meses después de haber emitido dos resoluciones aduanales para controlar la entrada de productos al país -mediante un listado de 268 artículos divididos en 16 categorías- y utilizando barreras de altos gravámenes y restricciones de volumen de carga, las regulaciones no parecieron suficientes para contener el impetuoso mercado negro cubano, energizado por la flexibilización de viajes y envíos de remesas y mercancías emitidas por el gobierno de Barack Obama en el 2009.
Cuando fueron emitidas las primeras resoluciones, en diciembre del 2011, la frecuencia de vuelos a Cuba era de unos 70 semanales, para un aumento de 600 por ciento en comparación con el 2006. Un factor que, junto a la dismimución de los precios por el servicio de las agencias, disparó el volumen de envíos de paquetes en un corto período de tiempo.
Competencia fuerte e inesperada
Al cierre del 2011 el valor del volumen de esas mercancías se estimaba entre $2,000 y $2,500 millones de dólares, cifras nada despreciables que imponían fuerte competencia a las cadenas de tiendas dolarizadas bajo el control del Estado. Sin dudas, el mercado negro cubano ha desarrollado en los últimos cuatro años un entretejido empresarial tan dinámico y eficiente que ha compulsado al gobierno a tomar las drásticas medidas que anunció esta semana.
Analizando los hechos con una mirada conservadora, podemos estimar que entre el 40 y 60 por ciento del volumen de esta mercancía va al mercado negro. En otras palabras, entre $1,000 y $1,500 millones de dólares están circulando de forma “subterránea” fuera del control gubernamental, lo que significa que la sociedad cubana ha desarrollado este mercado de sobrevivencia de forma espontánea y con una dinámica increíble, a pesar de las limitaciones logísticas y legales en comparación con las estructuras de las cadenas de comercio minorista controladas por el gobierno.
Como consecuencia, la rotación de los inventarios de las tiendas recaudadoras de divisas se ha alargado, provocando una disminución del crecimiento del volumen de facturación de sus unidades. Este hecho contrasta significativamente con el volumen creciente de dinero que ha entrado al país en los últimos años por concepto de remesas.
En estos momentos, el mercado negro cubano ofrece una diversa gama de productos, desde calzado, ropas, perfumería y cosméticos, hasta electrodomésticos de última generación, destacándose los celulares, computadoras, consolas de juego y televisores de pantalla plana. La calidad de estos productos supera ampliamente las ofertas de las tiendas minoristas, no solo en precio, sino también en inventario.
El sistema de venta de ese mercado informal funciona espontáneamente a través de la oferta y la demanda, y es operado por varias redes de ventas que cubren los 169 municipios del país, siendo más fuerte su presencia en las ciudades cabecera de provincia. Las redes de venta ofrecen además servicios de pedidos personalizados en función de las necesidades particulares de cada cliente. El uso de internet y los celulares constituyen las vías de comunicación más utilizadas en los servicios especializados.
Actualmente más de 1.2 millones de cubanos poseen teléfonos celulares y se estima que más de 100,000 hogares cubanos tienen computadoras. Los suministros del mercado negro llegan principalmente de Estados Unidos, y también de México, Panamá y Ecuador.
Lo que importa es el cash
Sin embargo, lo que llama la atención es que las resoluciones emitidas no limitan los envíos de remesas. Al contrario, al imponer estas barreras de entradas de artículos buscan que las personas reduzcan considerablemente los envíos de paquetes y aumente el envío de las remesas. Por otra parte, miles de familias cubanas dejarán de tener el beneficio de poder recibir los paquetes de alimentos y ropas como resultado de los elevados aranceles que tendrían que pagar en pesos convertibles (CUC).
Para la diáspora cubana será ahora menos costoso enviar dinero que comprar y enviar estas mercancías. Sin duda, la nueva disposición aduanal no es solo una medida desesperada para buscar cash, sino también un muro de contención para disminuir la cantidad de divisas convertibles en manos de la población.
La economía cubana se encuentra en una situación compleja respecto a la disponibilidad de divisas y los posibles escenarios de los próximos meses. Incluso entre los cubanos de a pie se transpira la incertidumbre por la enfermedad del presidente Hugo Chávez y el resultado de las próximas elecciones en Venezuela.
No son nada desdeñables los datos de un reciente reporte del Banco de Acuerdos Internacionales, que muestra una caída de $5,650 millones de dólares a $4,100 en los depósitos de bancos cubanos en instituciones financieras afiliadas a ese organismo internacional durante los tres meses del 2011.
Es obvio que el gobierno cubano ha comenzado a ajustar desde ya sus planes de recaudación de divisas con vistas a enfrentar un panorama donde no pueda contar con el subsidiado petróleo venezolano para capear la crisis en mejores condiciones y poder adquirir petróleo en terceros a precios del mercado mundial.
Al mismo tiempo, las elecciones presidenciales en Estados Unidos son otro factor que obliga al gobierno cubano a atrincherarse ante la posibilidad de que el candidato Mitt Romney sea electo y puedan ser rervertidas las medidas favorecedoras de viajes, envíos de remesas y mercancías, así como los viajes culturales de contacto pueblo a pueblo.
Desafío para las agencias
En septiembre, cuando entren en vigor las nuevas medidas del gobierno cubano, se verán afectadas las 67 agencias autorizadas actualmente por el Departamento del Tesoro para procesar y enviar paquetes a Cuba, pues no hay que ser sabio para pronosticar que el volumen de los envíos va a disminuir considerablemente.
La sobrevivencia de estas agencias dependerá de la estrategia que puedan implementar para adaptarse a las nuevas condiciones del mercado. El envío de paquetes a la isla dejará de ser un negocio altamente rentable y voluminoso, por lo que la venta de pasajes a Cuba y el envío de dinero serán los rubros más importantes que quedaran a la mano en el negocio.
El nuevo escenario podría desatar una guerra de precios para reducir el costo de los envíos de remesas a la isla, pelea nada fácil para estas pequeñas agencias frente al gigante Western Union, que cuenta con 1,142 puntos de operaciones en el estado de la Florida y más de 220 sucursales de distribución dentro de la isla.
Actualmente el mercado de las remesas a Cuba pasa los $2,200 millones de dólares anuales; de esta cifra solo el 35 por ciento es enviado a través de agencias, y el 65 por ciento llega por vías informales.
En la resolución 223/12 del Ministerio de Finanzas y Precios llama la atención el acápite relacionado con el pago de aranceles -en pesos cubanos- para la primera importación que hagan los nacionales y extranjeros residentes en la isla, y en pesos convertibles (CUC) a partir de la segunda importación en un año calendario.
¿Por qué esta medida, si apenas los ciudadanos cubanos pueden viajar al exterior? ¿Significa que el gobierno ya está previendo un explosión de viajes de ciudadanos cubanos si se descongelan las restricciones vigentes y se implementa la esperada apertura migratoria? ¿Se eliminará finalmente la tarjeta blanca? ¿Podrán viajar los profesionales sin ninguna traba burocrática y política?
La Asamblea Nacional del Poder Popular tiene sesión el 23 de julio, casi un año después de que el gobernante Raúl Castro esbozara la intención de poner en práctica una nueva política migratoria en un plazo inmediato. Lo sensato sería dar luz verde a la reforma migratoria y apaciguar los caldeados ánimos de la población en un verano que no parece traer las mejores noticias para el país.
Si no, la cosa se pondrá de moringa.
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