Acerca del destino 81
Enero 20,1998
por Joaquín Torres Álvarez, Habana Press
LA HABANA, enero de 1998- Confieso mi garrafal ignorancia al aún no saber o conocer, o imaginar, cuál es el sentido que tiene la visita de Su Santidad Juan Pablo II a Cuba. Tanto unos como otros (ateos y creyentes) tratan de darle por el momento una cierta connotación ecuménica.
En la prensa oficial comienza a hablarse, con tinte rosa, de una intención pastoral. En algunos círculos religiosos más ortodoxos se habla casi en éxtasis de este acontecimiento.
Y sigo confesándome (que no con un cura, más bien con una hoja de papel) ignorante. No comprendo cómo el jerarca de la Iglesia Católica mundial puede visitar, en santa y ecuménica paz, un país donde tanta gente sufrió, y sufre, marginación y discriminación por motivos de su credo religioso. No puedo entender qué sentido tiene el periplo por un país donde centenares de estudiantes universitarios, por sólo citar un ejemplo, perdieron la posibilidad de continuar y culminar sus estudios (¡en el país que pregona la enseñanza gratuita para todos!) por habérselos descubierto, o simplemente, expresar sus creencias.
No puedo aquilatar el sentido de una visita a un lugar donde si bien en años recientes se aprobó que los creyentes puedan integrar el Partido (un partido de ateos que enuncia y es consecuente con principios totalmente irreconciliables desde ángulos filosóficos con toda religión), aún no conozco un solo caso de persona alguna religiosa practicante, y menos católica, que ostente cargo o responsabilidad importante en ninguno de los sectores que conforman esta sociedad.
No creo, tampoco, que luego de 80 viajes a diversos lugares, el número 81 sea un capricho, una frivolidad, de Karol Joseph Wojtila. Nunca, en ningún momento de la historia, la estructura católica hizo movimiento alguno sin un objetivo bien determinado y acorde, por supuesto, con sus intereses.
El viaje papal tiene, al menos en la superficie, el sentido de legitimizar el régimen cubano. Una especie de asentimiento, de olear y santificar el status imperante en la isla, bajo la égida de Castro.
¿Es éste el sentido real? ¿Qué verdades, o qué mentiras, encierra este periplo del Santo Padre? ¿Por qué, por qué, este destino 81?
Si conociéramos qué conversación sostuvo el presidente cubano en Roma cuando visitó la Santa Sede, y conversó, solo y a puerta cerrada, con el vicario de la ciudad, tal vez pudiera existir una luz en este peculiar asunto.
Por lo pronto, los muchachos de la jerarquía católica indígena se muestran exultantes y mucho más propensos a contemporizar que hace algunos años, cuando sorpresivamente la Iglesia Católica cubana asumió, si bien por corto tiempo, y no tanto énfasis, una cierta posición contestataria ante el gobierno. Luego del pataleo, como diría mi abuelita, todo quedó en agua de borrajas. Se siguen masticando, Iglesia y gobierno, y aunque no se traguen mutuamente, todo actualmente indica una suerte de romance, platónico sin duda, pero bastante singular.
En tanto el pueblo, creyente, aunque no tan religioso como es el cubano, acogió, con una fuerza impresionante, y preocupante para el gobierno, el periplo que realizó por la isla la estatua viajera de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. Cientos de miles de personas, de todas las edades, y en gran número con predominio de la juventud, colmó cada uno de los santuarios donde la réplica de la madre nacional pernoctó. Testigo presencial de alguno de ellos, vi de todo, desde auténtica devoción hasta curiosidad, y oí de todo también, desde agradecimientos y plegarias, hasta el último cuento cubano, que dice:
Cuentan que el presidente cubano, en trance de muerte, expresa su última voluntad: quiere que se le administre el sacramento final de la Iglesia Católica, extremaunción. Aún sin reponerse de la sorpresa, sus adláteres vuelan a cumplir, como siempre, las órdenes del jefe. Una vez efectuado el inevitable tránsito a la eternidad, el cadáver es llevado a una capilla, y un curita, bajo y regordete, comienza el ritual. En un momento determinado, empieza una homilía, con el objeto de despedir al finado. El curita comienza: "Estamos reunidos en presencia de un hermano que ha pasado a mejor vida. Como todos, este hombre hizo el bien y el mal". Y a continuación, con algo parecido a una sonrisa irónica en sus labios, continuó: "Lo único, es que este hombre todo el bien que hizo, lo hizo muy mal, y todo el mal que hizo, lo hizo muy bien".
Tal vez un chiste así, aparte del gracejo incorregible del cubano, exprese un par de verdades a medias: el señor presidente puede estar intentando conseguir ayuda especializada, al más alto nivel posible, que le garantice un tránsito sin preocupaciones al otro mundo. O tal vez Su Santidad intente acometer una proeza nunca antes realizada por otro pontífice: visitar el Infierno.
Las noticias de “Juaquinito”
1998
Realizarán ayuno presos políticos cubanos
LA HABANA, 19 de enero (Joaquín Torres Alvarez, Habana Press) - Horas antes del arribo a Cuba de Su Santidad Juan Pablo II se pudo conocer que los presos políticos cubanos que conforman el Presidio Político Pedro Luis Boitel, realizarán un riguroso ayuno en todas las cárceles cubanas donde se encuentran.
Esta protesta se realizará del día 20 al 25 del presente, y fue decidida luego de conocerse que el Papa Juan Pablo II no visitará las prisiones.
La fuente insistió en destacar que además de los presos políticos ya mencionados participarán también gran cantidad de los llamados presos comunes, por considerar éstos que todos los cubanos tienen el derecho de participar de este trascendental acontecimiento.
Liberado hijo de sindicalista independiente
LA HABANA, 9 de mayo (Joaquín Torres, periodista independiente) - El joven de 16 años José Luis González Valdés, hijo de José Orlando González Bridón, presidente de la Confederación de Trabajadores Democráticos de Cuba, fue liberado la tarde del pasado miércoles, después de permanecer detenido más de 72 horas en la Décima Unidad de Policía del municipio habanero de 10 de Octubre.
Según informó la oficial instructora del caso, José Luis tiene que acudir todos los viernes a firmar un libro de constancia como medida cautelar hasta que el fiscal decida si será juzgado o no.
El hijo del destacado sindicalista independiente está acusado de lesiones después de responder enérgicamente a las provocaciones que desde hace algún tiempo le viene haciendo a esta familia el hijo de una dirigente del estado revolucionario cubano.
El presidente de la CTDC, al dar la información insistió en destacar que en la Oncena Estación de Policía de San Miguel del Padrón no le aceptaron una denuncia que su familia quiere hacer por las constantes amenazas que está recibiendo de la propia dirigente revolucionaria y algunos de sus familiares, especialmente desde que José Orlando González Bridón fue elegido presidente de la Confederación de Trabajadores Democrática de Cuba.
Evocación de un colega
Julio Martínez, otro miembro activo de Habana Press, recuerda así el paso de su colega Joaquín por la agencia que los dos forjaron: “La noche del 22 de Febrero yo recibí, de manos de Aida Rosa Jiménez y otra opositora, una carta enviada por Héctor Palacio Ruíz, miembro del Consejo Nacional Coordinador de Concilio Cubano, no arrestado, en la que se anunciaba la suspensión de la reunión de Concilio Cubano el 24 de Febrero por medidas represivas.
Indiqué al periodista de Habana Press Joaquín Torres Álvarez que redactara una nota editorial expresando el desacuerdo de la agencia Habana Press con esa decisión. El periodista redactó una nota que tituló ¡Ay, Concilio no te rajes! y la leyó para Radio Martí.
Concilio Cubano fue posible porque era necesario en la larga lucha contra el régimen, porque se propuso un buen proyecto y porque surgió un opositor dotado con una gran valentía, un gran poder de convencimiento, una gran capacidad de diálogo y un gran sentido de la estrategia, al tiempo que, con el apoyo del exilio, se manejó bien la información desde Habana Press. Por todas estas razones Morejón Almagro fue propuesto para el Premio Nóbel de la Paz en su momento".
Fundador y Delegado de Concilio Cubano en 1995
Por Julio Martínez
La noche anterior al día del juicio contra Leonel Morejón Almagro me quedé en la casa de Joaquín Torres, quien vivía en la calle Noriega No. 1, La Virgen del Camino –más céntrico- y tenía una moto en la que iríamos. A la vez, Joaquín ocuparía mi lugar en caso de que me detuvieran. Me acosté tenso en un sofá-cama que armamos en la cocina de su casa.
Desperté. Miré el reloj. Eran las 6 de la mañana. Me aseé. Me vestí. Llame a Joaquín. De aquel juicio, no sabíamos nada con exactitud. A las 7 salimos hacia el Tribunal municipal que queda por Línea y L. Allí no supieron o no pudieron o no quisieron ofrecerme ninguna información, pero me di cuenta de que en aquel lugar no sería, me di cuenta por una razón, no había ningún “movimiento de tropas”. Regresé a la moto y le dije a Joaquín “Vamos para el de Línea y F o G” –no recuerdo bien la dirección.
Dejamos la moto parqueada a cuatro o cinco cuadras del tribunal y nos acercamos. Enseguida comprendimos que allí sí era. En primer lugar, había “movimiento de tropas”, o sea, todo estaba rodeado, circulado, acordonado por los rodeadores, circuladores y acordonadores de siempre. En segundo lugar, había espectadores. Crucé el cordón de seguridad y llegué hasta el portal del Tribunal donde se orquestaría el juicio con “código del asunto 2120”.
Busqué a Joaquín Torres. Lo encontré. Supe que a él también lo habían detectado y lo habían detenido. Nos dirigimos hacia su moto. Llegamos. La encontramos con las tres gomas ponchadas.
-¡Carajo! –dije. Mira, Joaquín, resuelve tú el problema de las gomas. Yo voy a dar la noticia.
Leonel Morejón Almagro y Lázaro González Valdés fueron condenados a 14 meses de prisión y, cumplida la condena, marcharon al destierro.
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