«Las venas abiertas de América Latina» es un libro indispensable para cualquier persona interesada en América Latina, lo es mucho más desde este lunes 13 Abril con la muerte de su autor, el uruguayo Eduardo Galeano, que lega un documento indispensable para cualquier latinoamericano.
Se fue el autor, pero lega las páginas de los múltiples atracos e injusticias sufridas por América Latina, desde una prosa clara y medular que narra las atrocidades de la conquista, a través del tiempo hasta los años en que su célebre ensayo fue publicado (1970). Su clamor queda en todos los rincones de Latinoamérica, en ese paralelo ineludible entre su riqueza y su dolor.
Se fue el autor del testamento justiciero, que condena los comportamientos de España, Inglaterra, Estados Unidos y otros países europeos que edificaron su progreso con los recursos humanos y naturales de los otros.
Si bien Galeano nos dejó el grito clamoroso de las injusticias perpetradas, toca al hombre latinoamericano reclamar ahora su indulgencia ante los atracos.
UN TESTAMENTO A MEDIAS
Se fue el autor que sangró talento para decir que está pobre la capacidad de liderazgo, y criticar, por ejemplo, que la General Motors tiene más empleados que la población activa de Uruguay, y que hace más dinero que toda la economía de Bolivia junta.
Se fue en el gran autor de América Latina sin que nadie le preguntara qué culpa tiene una empresa de ser más eficiente que varios gobiernos juntos (y si debería, por alguna razón, dejar de serlo).
CUBA EN GALEANO
Su ya célebre libro le hace un guiño claro a Cuba, donde sí, hay 0% de analfabetismo, pero Galeano no vio el grito desesperado de la gente que a lo largo de los años ha desafiado el océano y se ha tirado a nadar con tiburones para llegar a los Estados Unidos; tampoco vio que el derecho a leer tiene prohibiciones y que la libertad de expresión está, literalmente muerta en muchas partes.
Galeano nos enseñó de dónde venimos y las consecuencias del espíritu con el que fuimos conquistados. Sin embargo, más de 500 años después, en medio de un mundo cada vez más tecnologizado, ni Galeano ni nadie ha justificado nuestro "atraso". O será que como dijo Churchill: «Cada pueblo tiene el gobierno que se merece».
"Las venas abiertas de América Latina" nos quitó la inocencia, y aprendimos a ver a los demás como luchan por su bienestar sin que en muchas partes la elección de un estilo de vida sea respetado como un derecho inalienable.
Antes y después de Galeano, seguimos rodeado de un mundo de transacciones, de intercambios, de negocios: es el reto de todos –no el de unos pocos–, no dejarnos estafar. Está bien condenar a los ladrones, pero también es menester, no dejarnos atracar.
Las venas ya están abiertas; ahora que no las dejen sangrar.
Aunque con la muerte también este lunes de otro grande —el Nobel alemán Günter Grass—, ya es de por si un reto decir "Lo que hay que decir".
Por su poema "Lo que hay que decir", la clase política, los medios y buena parte de la opinión pública alemana en general reaccionó duramente desde este otro lado del mundo contra Grass, poniendo el ojo sobre el programa nuclear iraní y la política de Irán hacia Israel.
Israel declaró a Grass persona non grata. Y las críticas llovieron también sobre el Gobierno israelí.
¿Qué vamos a esperar para América Latina, pues ante la manifiesta pobreza de nuestros líderes, y mucho mas de los que los eligen. Acaba de concluir la Cumbre de las Américas. ¿Resolverá algo? Los hechos hablan por si solos.
Por su poema "Lo que hay que decir", la clase política, los medios y buena parte de la opinión pública alemana en general reaccionó duramente desde este otro lado del mundo contra Grass, poniendo el ojo sobre el programa nuclear iraní y la política de Irán hacia Israel.
Israel declaró a Grass persona non grata. Y las críticas llovieron también sobre el Gobierno israelí.
¿Qué vamos a esperar para América Latina, pues ante la manifiesta pobreza de nuestros líderes, y mucho mas de los que los eligen. Acaba de concluir la Cumbre de las Américas. ¿Resolverá algo? Los hechos hablan por si solos.
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