29 noviembre, 2016

La vida breve de Reynaldo Arenas

De vivir, Reynaldo Arenas tendría hoy 73 años. La vida fue ingrata con este escritor cubano. Se le volvió un calvario cuando quiso escribir lo que sentía y Reynaldo, perseguido y obstinado, acabó en el exilio.

Con la carga de penas y frustraciones que llevaba dentro, Reynaldo Arenas acabó su existencia breve suicidándose.  El cine español lo inmortalizó con "Antes que anochezca", la narración fílmica del calvario que fue su vida. "Antes que anochezca" es la historia cruenta que llevó y que comenzó a escribir en el habanero Parque Lenin. "Antes que anochezca", porque todo lo que hizo, Reynaldo lo escribió antes de que anocheciera, ya que no había luz, ni en su alma ni en sus días. Su vida mas cruel fluye en la alcantarilla donde se refugiaba en los suburbios de La Habana.

 José Abreu Felippe nos ofrece un acercamiento a su vida con esta crónica que escribió para El Nuevo Herald de Miami. Esta es la historia breve de Reynaldo (como le gustaba que escribieran su nombre -según su amigo Guillermo Cabrera Infante- y al acortarlo la amistad lo convertía en rey). 
                     ▪️ Jesús Díaz Loyola.


El 16 de julio, Reynaldo Arenas hubiera cumplido 73 años. En la actualidad, muchas personas a esa edad se mantienen sanas y vitales. El escritor cubano no tuvo esa dicha, muy enfermo se suicidó el 7 de diciembre de 1990, a los 47 años. Había llegado al exilio a través del éxodo del Mariel en 1980, cuando más de 125 mil cubanos arribaron a las costas de la Florida tras los sucesos de la embajada de Perú en La Habana. Solamente 10 años, de 1980 a 1990, tuvo Reynaldo para vivir la libertad alcanzada. En ese lapso, a pesar de las dificultades que tuvo con su estatus migratorio, pudo viajar, algo con lo que siempre soñó, por varios países de América Latina y por Europa, principalmente España y Francia, donde compartió con entrañables amigos como Jorge y Margarita Camacho, que lo apoyaron –y ayudaron hasta el final– desde que lo conocieron en La Habana en 1967 durante el famoso Salón de Mayo.

En Cuba, Reynaldo sólo pudo publicar Celestino antes del alba (1967), dos o tres cuentos en alguna revista literaria, y unas pocas reseñas y comentarios. También dio una única conferencia en la Universidad de La Habana, junto a otros dos escritores, sobre Martí. Su ponencia fue la más brillante. En ella establecía un paralelismo entre la vida y la poesía del Apóstol de Cuba y Rimbaud. Su primera novela había ganado mención en el concurso UNEAC. El premio ese año fue para Vivir en Candonga, de Ezequiel Vieta, novela y autor que ya nadie recuerda hoy. Su segunda novela, El mundo alucinante, inspirada en la vida de Fray Servando Teresa de Mier, también ganó mención pero nunca se editó. Yo vi la portada que Reynaldo conservaba. Parece que en un principio
pensaban publicarla pero después se arrepintieron y, como pasó con muchos otros libros, la hicieron pulpa. Se comentaba entonces que Alejo Carpentier no pudo soportar que un personaje de la novela, un monje, estuviera escribiendo una novela titulada El saco de las losas.

Reynaldo sacó clandestinamente El mundo alucinante y en 1968 se publicó en Francia ganando el premio a la mejor novela extranjera. Eso no hizo más que empeorar las cosas. La UNEAC tenía ya en su poder El palacio de las blanquísimas mofetas, la segunda novela de lo que años después se conocería como su pentagonía. Tampoco la publicaron. En realidad no le publicaron nada más. Pero eso no amilanó al escritor, que cada día escribía más. El problema para él era ahora dónde guardar, esconder, tal volumen de papeles. En esos años setenta escribió, aparte de lo mencionado, El central, Arturo, la estrella más brillante, Morir en junio y con la lengua afuera, Que trine Eva, El asalto, Otra vez el mar, amén de cuentos y poemas –entre ellos Cien sonetos infernales, de los cuales, lamentablemente, se conservan muy pocos– y fundó en el Parque Lenin una revista literaria, Ah la marea.

La búsqueda desenfrenada por parte de la policía del manuscrito de Otra vez el mar es uno de los hechos más vergonzosos en la historia de la literatura cubana. Sus amigos fueron acosados con saña. Al final la policía se hizo con el manuscrito, lo que obligó al autor a reescribirlo. Todo un gobierno, todo el poder de un estado policiaco contra un escritor y una novela. Después de un suceso en una playa con unos jóvenes, la policía lo detiene, Reynaldo logra fugarse lanzándose al mar. Nada varios kilómetros hasta su cuarto –ya la policía había estado allí, lo habían revuelto todo, revisaron hasta debajo de las tejas– y huye. 

Ahí comienza una cacería nacional por parte de policía. Lo que Reynaldo vive en esos días lo ha narrado en su autobiografía Antes que anochezca, que comenzó a escribir en el Parque Lenin, y que se llama así porque, precisamente, tenía que escribir antes de que anocheciera, ya que no había luz, desde luego, en la alcantarilla donde se refugiaba cerca de una presa en dicho lugar.






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