🌊De Caibarién a Remedios ⛪️
LAS IGLESIAS QUE NOS VIERON CRECER
¿🅿️or que el desgaste de la Purísima Concepción de Caibarién? (Foto: Flores Chaviano)
▪️Nada más entrar en ellas, todo olía a antigüedad. Lo primero que impactaba era la frialdad sepulcral en su interior y contemplar las imágenes de la Virgen, los apóstoles o el Santo Cristo crucificado.
La Iglesia es la caricia
del amor de Dios al mundo.
Juan Pablo II
◼️EL maestro Flores Chaviano, que todavía sigue en Cuba, me acaba de felicitar el reportaje "La desolación de mi pueblo", que he armado a partir del testimonio revelador de sus imágenes: "Fantástico el reportaje, Jesús. Felicidades."
Le he dado las gracias y también la enhorabuena por el homenaje que muy pronto —el 9 de marzo— recibirá en la ciudad de Miami, en el ámbito del Festival de Música nueva de la Florida International University (FIU).
Aunque Flores y yo, como todos los hijos de Caibarién, sabemos que faltó el homenaje en su tierra; en realidad, el homenaje fue él con su presencia fortuita en la ciudad de sus orígenes.
Flores Chaviano Jimenez, una de las grandes figuras de la guitarra contemporánea, que reside en España desde 1981, en este viaje de reencuentros y añoranzas, debería haber recibido en La Habana un homenaje a la obra de su vida junto a otros compositores cubanos, pero desafortunadamente fue suspendido "por no sé que razón", se pregunta el maestro.
LAS IGLESIAS DE NUESTRA INFANCIA
Con la perspicacia que le caracteriza, Flores me envió un par de fotos más que vuelven a provocar mis instintos por la crónica costumbrista. Son dos instantáneas de las fachadas de las iglesias de la Purísima Concepción de Caibarién y San Juan Bautista de Remedios, y bien diferentes las dos.
Iglesia Mayor San Juan Bautista, Remedios, Cuba. (Foto: Flores Chaviano)
Desde que éramos unos adolescentes en Caibarién, se nos acabó de estirar el cuerpo contemplando, día tras día, la imagen incombustible de las iglesias frente a los parques de las dos ciudades vecinas.
De niños, nos perecían arquitecturas imponentes, y no pocos vivíamos con la curiosidad de ascender a lo más alto de sus cúpulas.
La Iglesia católica de Caibarién en el preludio del siglo XX.
Fueron esas las dos iglesias que vimos creciendo, o más bien que estaban allí mientras nosotros crecíamos en medio la infinidad de anécdotas que han rodeado sus historias siempre. La de Caibarién, con la leyenda de su reloj sacado de las profundidades del mar y que lleva allí desde 1871; la de Remedios, una joya neoclásica, la más antigua de Cuba con un altar barroco tallado en madera preciosa y laminado en puro oro, una joya que todos queríamos ver cuando niños.
El Cristo Crucificado del altar mayor tallado en madera y laminado en oro, en la Iglesia San Juan Bautista de Remedios, la única iglesia del país con estilo barroca interior y exterior.
Con esas historias amontonadas vivimos contemplando cada día la imagen imborrable de las iglesias, y así fue como aprendimos a admirar aquellos rincones benditos toda la vida. No habrá uno solo de los hijos de aquellos pueblos, dentro y fuera de Cuba, que no haya escrutado alguna vez en el mundo interior de sus Iglesias.
En mi infancia en Caibarién, cada vez que entraba en la iglesia de la mano de mis padres o a solas con los amigos, todo olía a pasado maravilloso. Nada más poner los pies sobre el recinto sagrado, añorábamos el detalle peregrino de alguna estampilla en nuestras manos o un ejemplar de bolsillo del Nuevo Testamento.
Lo primero que impactaba al entrar en ella, era la frialdad sepulcral en su interior y contemplar las imágenes de la Virgen, los apóstoles o el Santo Cristo crucificado. Todo olía a antigüedad en la iglesia de mi pueblo, entre las estructuras de madero y el incienso humeando a toda hora.
Salir del parque y entrar en la intimidad del sagrado templo, daba la sensación de subirse a un viaje en el tiempo, en medio de un atisbo de imágenes y fotografías colgando de sus paredes.
El domingo de misa era todo un acontecimiento, entre el sermón agradecido del cura, los feligreses en sus reverencias y los diáconos pasando el cepillo antes de la cena sagrada que atrapaba toda la curiosidad de nuestras edades inocentes.
Yo no tenía 10 años todavía. Pero fue después cuando fui conociendo la fortaleza que representaba la fe en Dios. Y así fue como muchos hijos de aquellos pueblos fuimos abriendo la conciencia a la cristiana convicción de que Dios Padre estaba con nosotros.
Viendo hoy estas fotos que me envía Flores Chaviano y la imagen desgastada de la fachada de la Purísima Concepción de Caibarién frente a la fachada impoluta de la San Juan Bautista de Remedios, me pregunto ¿por que?.
Iglesia Mayor Nuestra Señora de la Purísima Concepción, Caibarién, Cuba.
¿Por que Remedios es otra cosa? Es una ciudad mejor cuidada y con un plan de restauración que al parecer le ha faltado siempre a Caibarién.
En fin, que hemos tenido mala suerte, antes y ahora.
Ya me han dicho que tal como está, nuestra iglesia mayor ha sobrevivido muchas veces a los embistes del deterioro.
Ojalá que siga en pie y que la caridad no falte en el camino para con ese rincón bendito que nos ha enjuagado las penas de ayer y los sufrimientos de hoy.
Piedad pues, con nuestra iglesia mayor.
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