La extremeña Victoria Asensio Mora ganó
el premio de
fotografía de "Las Luminarias" de Fontanarejo de los Montes de
Toledo (Ciudad Real) 2012.
La imagen
premiada es una perspectiva de la tradición que cada año, el 30 de abril, mueve
hacia el legendario pueblo castellano-manchego, a sus hijos dispersos por
España.
Victoria Asensio
concursó con varias fotos. La elegida por el jurado, entre decenas de
instantáneas, muestra la imagen de cuatro jóvenes que avanzan por entre la
humareda que provoca el fuego de las lumbres en las calles.
Pero de
manera especial de su autoría resalta la que muestra a un hombre reanimando el
fuego sobre las ramas de romero que cada año cubren de humo el pueblo, en una
tradición ya ancestral que los habitantes improvisan en los alrededores de sus
casas.
Victoria
Asensio nació en Navalvillar de Pela (Extremadura) y durante años ha sido
activa participante de las tradiciones del municipio ciudadrealeño, a unos 200
kilómetros al sur de Madrid.
El premio asoma a su quinto año, y cada
vez es mayor el nivel de participación y de calidad de las fotos tomadas por
nativos o visitantes espontáneos, que se convierten en coprotagonistas de las
luminarias de Fontanarejo.
Una muestra con las mejores fotografías presentadas a la edición de este
año, confirma el contraste del lente entre la belleza del entorno natural y una
tradición que cada vez hace allí más historia.
Aunque el premio no es remunerado, nota
que debería tomar en cuenta la Diputación provincial de Ciudad Real por el
legado que representa para la historia del pueblo, el lauro es reconocido con
una reproducción en cerámica de la foto premiada.
En la
ceremonia se entregó también el premio a la mejor foto artística a Vanessa
Martínez Pavón. Su teleobjetivo igualmente reflejó la mítica tradición de este
pueblo con más de 500 años.
Ademas recibieron el homenaje la agrupación musical Los Águilas, la fontanarejeña
Manoli Pavón Castillo y el médico Ernesto de Nova.
El premio de fotografía de Las
Luminarias "Romeros Cencíos" de Fontanarejo de los Montes, lo
organiza cada año la Asociación "Amigos de las Luminarias", ahora en
homenaje a Román Fernández Martín, un un extinto hijo ilustre del lugar, defensor de esas tradiciones. Su entrega se
convierte en fiesta cultural del mítico pueblo de los Montes de Toledo. Una tradición
medieval en un pueblo castellano-manchego
Probablemente como nunca antes en los últimos años, Fontanarejo de los Montes
de Toledo asistió este fin de abril a las más concurridas luminarias de los
últimos años, una tradición medieval en ese pueblo castellano-manchego con mas
de 500 años de historia.
Como cada 30 de abril, el legendario pueblito distante casi 200 kilómetros al
sur de Madrid reeditó la secular tradición cuando al caer la tarde se
encendieron lumbres de romero verde a las puertas de las casas.
Con el ocaso, al toque a rebato de las campanas de la iglesia parroquial, el
vecindario y visitantes, al unísono, encendieron la llama de las luminarias.
Anoche (lunes) todo el pueblo quedó cubierto por el humo y el olor del romero
en un singular espectáculo que duró hasta la madrugada.
Como cada año los fontanarejeños, dentro y fuera de sus casas, se confundieron
con el humo purificador en una tradición que, según la leyenda, tuvo sus
orígenes en consecuencias epidémicas que encontraron en el romero una
alternativa como desinfectante y un interés etnológico y etnobotánico.
En la Edad Media, los primitivos pobladores del asentamiento poblacional que
dio lugar a Fontanarejo, echó mano del romero, abundante en sus montes, como un
peculiar método de purificación, a modo de gran sahumerio, para hacer frente a
algún tipo de enfermedad.
Otras versiones apuntan al homenaje, en forma de “luminarias”, que se rendía a
través del tiempo a los patronos, San Felipe y Santiago, primero con luminarias
y después en procesión al siguiente día, 1 de mayo.
La tradición dura hasta nuestros días.
La tradición de las ya épicas luminarias de Fontanarejo pudo haber tenido
también su origen cuando otrora los cabreros y los pastores, encendían sus
lumbres de romero en la sierra, a pie de chozo y permanecían en las majadas en
un acto de cuidando simbólico sobre sus rebaños.
Lo cierto es que anoche, una vez mas, el intenso olor a romero cubrió toda la
geografía del municipio ciudadrealeño de Fontanarejo con la quema de Las
Luminarias.
Se encendió el Romero y ardieron los haces de romero apilados en las calles, en
tanto cientos de visitantes, mas que en muchos años, contemplaban situados
delante de cada de las rústicas casitas el inusual espectáculo de cada 30 de
abril en un rincón castellano-manchego que se llama Fontansrejo.
El resto del año los pocos habitantes que no han abandonado el pueblo, viven
una cofradía entre la vida apacible y la verde armonía de las sierras de Los
Montes de Toledo, junto al Parque Nacional de Cabañeros.
Anselmo Martínde, es representante de la Asociación Amigos de Las Luminarias de
Fontanarejo, un colectivo de personas, hijos o descendientes, que cada año
promueven la festividad.
"Ni el masivo éxodo demográfico de nativos ha extinguido una tradición que
viaja con el tiempo", subraya y apunta que la singular fiesta de su pueblo
"no la ha podido manejar nadie, ni el poder político, ni el poder
eclesiástico, nació del pueblo y es el pueblo quien la mantiene".
Anselmo vive en Madrid. Para él y muchos nativos cada cierre de abril es
obligado volver la vista atrás, porque las luminarias fueron el lunes, el
preludio de la celebración de San Felipe y Santiago, los patrones del
municipio, que hoy vive su particular festividad.
Fontanarejo de los Montes, es un
pueblo español de la provincia de Ciudad Real que pertenece a la Comarca
Histórica de los Montes de Toledo. Visitarlo es un viaje al pasado y a los encantos
de la geografía peninsul
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