05 octubre, 2009

Zamora: Isabel Martínez Ferrero se reencuentra con sus orígenes en Villarín de Campos

Dije sobre una de sus últimas exposiciones, que los cuadros de Isabel Martínez Ferrero son como un edén que envuelve y cautiva a primera vista. Ahora esta zamorana que no se resiste al pincel pasados los 92 años, se reencuentra con sus orígenes en Villarín de Campos, su Zamora natal.

Solo tres días bastaron para que sus lienzos volvieran a atrapar al Villarín de su lejana infancia. El pasado fin de semana, el primero de este octubre, los cuadros de Isabel han tenido una estancia relámpago en el Club Campo de Golf de Villarín, y suficiente ha sido para que el pueblo que le vio crecer se dejara una mirada atinada a una de sus más ilustres hijas.

"Isabel ha regresado a Villarín", "Han vuelto los cuadros de Isabel", comentaba más de un visitante al club de golf local, que entre viernes y domingo enseñó la innata pasión que justifican los lienzos de Isabel

Dicen los que la vieron, que estos días de recuento Isabel viajó lúcida por su pasado, y recordó los años treinta cuando en casa y todo el pueblo vivían los antojos de una niña ensimismada con el pincel.

Hablan allí que toda su obra le floreció con la imagen de Villarín porque "de niña siempre pintaba allí", dice. El último fin de semana ha vuelto a hurgar en el pasado de su infancia feliz, entre el desenfreno de sus cuadros, el calor de aquel pueblo suyo y el verde de su campo.

Isabel estuvo en Villarín en ese reencuentro imprescindible con la raíz. "Ya es una consumada", se congratulaban sus paisanos en ese dejo de satisfacción cuando hablaban de decenas de exposiciones que ha dejado la impronta de su pincel por España y por el mundo.


Habría que estar allí, en Villarín de Campos, entre Isabel y su jardín para admirar a derroche el poder de traslación a lo real maravilloso del entorno, del pueblo y de la sierra que, en cualquier caso, trasmite Martínez Ferrero.
El árbol amarillo, habrá estado allí como Al final del camino o Flores en el camino, trasladando esa fuerza de sentimiento del bien de destila la pintura de Isabel.

Hoy está de vuelta a su casa-taller de Madrid, otra vez entre el atisbo de los cuadros y las huellas de la pintura llenando de colores las "caras" de la vida. Hoy lo hará impregnada del recuerdo avivado de los caminos de aquella infancia que le habrán recordado estos tres días en Villarín.

Isabel estudió pintura en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y sus primeras obras datan de 1939. Su exposición de pinturas de este fin de semana en el club campo de golf de su Villarín, es una más entre decenas de colecciones y muestras individuales y colectivas dispersas por España.

Una pintura suya fue donada a la Ciudad del Vaticano y muchas forman parte de muestras privadas y otras andan expuestas en Italia, Estados Unidos, Argentina, Paraguay y Venezuela.
Cada cuadro suyo, lo digo siempre, atesora una historia personal afincada en sus orígenes, pero sobre todas las cosas, su obra expresa el sentido del bien en el complejo mundo que le rodea y con el que acaba de reencontrarse Isabel en Villarín.

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